Hoy vamos a discutir
sobre algo que nos afecta a todos en el mundo
material: el dolor. La mayoría de los
sufrimientos que nos afligen son más
incómodos que peligrosos, más
una molestia que una amenaza.
Aún admitiendo que las miserias físicas
y mentales son inconvenientes inevitables de
la vida en este mundo material, la naturaleza
ha dotado al cuerpo con mecanismos curativos;
dejando de lado nuestras propias inclinaciones,
estamos en capacidad de hacerle frente a la
gran mayoría de nuestras dolencias.
Pero no estamos
solos con nuestras inclinaciones. En efecto,
estamos sobrecargados con las de los demás:
Remedios maravillosos que vemos por T.V., revistas
en circulación, medicina sin receta médica
o que aparecen clandestinamente en las esquinas
y en las reuniones sociales.
Las drogas, tanto las suaves como las fuertes,
han salido de los barrios bajos y llegado a
la gente en general.
Más de un
experto piensa que el fenómeno de la
sociedad medicada radica en la necesidad culturalmente
reforzada de evitar el dolor. "Los más
jóvenes están siendo educados
de esta manera", fue el comentario que
hizo para la revista Newsweek el señor
Donald Russakof, quien dirige una organización
de terapia de grupo.
"Se les ha dicho a ellos que no tienen
que soportar el dolor en ningún sentido,
desde un simple dolor de cabeza hasta cualquier
otra molestia. Es muy difícil decir de
quién es la culpa, pero esto es lo que
está sucediendo".
Norman Cousins escribió
en su libro "Anatomía de una Enfermedad",
un recuento de su lucha contra una enfermedad
desgarradora: "Los americanos son probablemente
en todo el mundo las personas más consciente
del dolor. Durante años lo hemos tenido
dentro de nosotros: impreso, en la radio, en
la T. V., en la conversación diaria.
El menor síntoma de dolor debe ser ahuyentado
como si fuera la más temible maldad.
Como resultado, nos hemos convertido en una
nación de píldoras - apresados
e hipocondriacos, haciendo del más mínimo
dolor de cabeza una prueba terrible".
Cousins concluye: "El hecho que todos ignoran
acerca del dolor, es que la mejor manera de
eliminarlo es eliminando el abuso del cuerpo".
Desde la perspectiva
Védica este es un buen consejo, pero
no es suficiente para terminar definitivamente
con el dolor.
El dolor, así como la vejez o la muerte,
nunca podrá eliminarse ni es, en este
mundo, lo que se quiere hacer.
El dolor es una alarma efectiva, una indicación
de que algo no está funcionando bien.
Los adictos a la heroína, los cigarrillos,
el Valium, la cafeína, la aspirina o
cualquier otro agente que evita el dolor, llevan
su causa a un extremo de derrota, porque el
dolor debe ser atendido no evitado, sus causas
deben ser manejadas no negadas.
Practicantes de
la ciencia de la autorrealización, como
Mahatma Gandhi, han reconocido el dolor como
un síntoma de la vida corporificada,
la forma en que la naturaleza nos da señales.
Y ¿qué es lo que trata de decirnos
la naturaleza?. Que como somos seres eternos,
nuestra presencia en este frágil cuerpo
material es un error.
No importa cuánto lo con sintamos o lo
mimemos, siempre será una mala ganga
- pero una ganga a la que debemos sacarle el
mejor provecho.
Para la búsqueda de la autorrealización,
esto significa un ejercicio moderado.
Aunque debemos reconocer que el Yo es diferente
del cuerpo, no es sabio descuidar las necesidades
del cuerpo. Los maestros Védicos nunca
nos han aconsejado buscar el dolor como método
para alcanzar la autorrealización.
Cuando no hay una cura sencilla para el dolor,
debemos consultar un Médico.
Quizás en
otros tiempos era distinto. Los ascetas debían
pasar muchos años en los bosques o montañas
sujetos a prácticas rigurosas de yoga
para someter los deseos mundanos y alcanzar
el más elevado Yo interior.
Y de hecho, la austeridad es la llave para ocuparse
del dolor en todas sus formas. Pero la llave
de la austeridad para el avance espiritual es
la tolerancia, no la autotortura.
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