El místico atractivo de los espejos se remonta a la historia china. Se usaban
sobre el pecho o en el escudo de los guerreros feudales y constituían amuletos
para espantar a enemigos y demonios.
Colgados dentro y fuera de la casa ahuyentaban a los espíritus malignos. También
se colocaban en las tumbas imperiales, junto a otros objetos valiosos, como
símbolo de ofrenda al mundo espiritual.
El espejo es un elemento trascendental, un portal del inconsciente. Tiene una
connotación, que tiene que ver con la Magia en mayúscula y con el conocimiento
esotérico.
Es un portal dimensional para el trabajo mágico y nos permite ingresar a un
nivel de conciencia más profundo de nuestro ser y conectarnos con dimensiones
diferentes.
De ahí se desprende que los espejos sean mágicos para la tradición y de ahí en
nuestro concepto occidental, que el espejo roto sea un símbolo de algo que pueda
traer una consecuencia en un plano determinado.
Antiguamente los espejos eran de cristal bañados en plata, con un costo muy
elevado. Las familias debían ahorrar durante mucho tiempo, para poder tenerlos y
cuando se rompían se les asignaba la mala suerte, pues el ahorro volvía a
comenzar.
Los espejos representan la mente y ejercen influencia sobre la imagen que
tenemos de nosotros mismos, reflejando quiénes y qué somos, como así también la
imagen que nos traen de exterior.
Si reflejan árboles o plantas atraerán un Chi bueno y natural, si reflejan una
iglesia, un sanatorio o un cementerio traerán un Chi depresivo, si reflejan
edificaciones o elementos en malas condiciones afectarán a la salud, etc..
El Feng Shui los utiliza, como uno de los elementos más importantes, ya sea
plano, cóncavo o convexo, para aclarar, amplificar, reflejar, proteger, atraer
o rechazar.
Fuente: Orientación Feng Shui