¿Qué haría usted si hoy día recibiría $10.000 dólares?
Entre muchas otras cosas, podría determinar su nivel de educación financiera.
El nivel de la educación financiera de las personas se puede medir fácilmente
por su manera de manejar una suma significativa de dinero. Si le damos $10.000
dólares a 100 personas, al cabo de un año 80 de ellas lo habrán gastado todo, 16
tendrán alrededor de $10.050 y solo 4 tendrán $20.000 o más en sus manos.
¿Cuál es la diferencia entre estos 3 grupos de personas?
Su educación financiera.
A diferencia de lo que muchas personas creen, la habilidad de manejar y
multiplicar el dinero sabiamente se puede aprender de la misma manera que se
puede aprender cualquier otra habilidad. Sin embargo, requiere de un cambio de
mentalidad radical que no todos están dispuestos a realizar en sus vidas.
El problema es que no hemos sido educados para manejar el dinero sabiamente, ni
mucho menos para multiplicarlo bien. Por un lado la educación financiera brilla
por su ausencia en los currículos de las escuelas y de la gran mayoría de las
universidades y, por otro lado, los medios de comunicación nos bombardean
diariamente con mensajes que nos incitan a gastar más de lo que tenemos.
A la vuelta de cada esquina hay una oferta de alguna tarjeta de crédito que nos
da la posibilidad de disfrutar inmediatamente de bienes que aún no hemos pagado.
Las instituciones financieras y las casas comerciales constantemente nos tientan
con mensajes incitadores de "compre hoy, pague mañana".
Ante tal sobre oferta de oportunidades para gastar nuestro dinero, incluso más
allá de nuestras posibilidades, no es de sorprender que la gran mayoría de las
personas gastará los $10.000 dólares en vez de invertirlos sabiamente.
Adicionalmente, las noticias del enorme endeudamiento de las economías europeas
nos demuestran que ésta tendencia de no saber manejar un presupuesto sabiamente
se extiende incluso hacia las altas esferas de gobernación de las naciones. El
exceso de gastos versus ingresos es un mal que afecta a gran parte de la
población mundial.
Por eso estamos en un momento histórico en le cual es imprescindible mejorar la
educación financiera de la población. Los hechos recientes ocurridos en Europa
demuestran claramente que los gobiernos ya no podrán financiar sus extensos
programas sociales.
En la práctica eso significa que cada persona va a tener que participar más
activamente en la preparación para su vejez y sus posibles gastos futuros en el
área de la salud.
Por ende, es importante darse cuenta de que los tiempos han cambiado y que un
buen empleo ya no garantiza una situación económica estable a largo plazo y una
preparación idónea para la vejez.
A éste hecho se suma la tendencia del envejecimiento de las poblaciones. Cada
vez hay menos personas jóvenes que trabajan por cada persona de la tercera edad
que ya no aporta a la economía del país.
La respuesta a éste gran dilema es una educación financiera sólida no solo para
los adultos, sino también para los niños y jóvenes que muy pronto tendrán que
enfrentar los nuevos desafíos del siglo XXI.
La disciplina, el fomento de hábitos de ahorro y la adquisición de conocimientos
básicos de inversión serían los elementos claves de una educación financiera
adecuada.