“¿Necesitas dinero YA?”
Creer en las promesas de efectivo gratis te conducirá a un estado de miseria
financiera
peor de que te encuentras. Empleos se pierden a diario, los salarios se congelan
y cientos de mercados de valores se desploman como nunca antes.
Teniendo en
cuenta esta plétora de malas noticias, puede ser en extremo tentador buscar algo
de dinero rápido para resolver tus necesidades financieras inmediatas. Si te has
sentido tentado por esta clase de ofertas, o si estás a punto de ceder ante la
tentación, detente un instante y repasa nuestra lista de servicios financieros
que debes evitar ahora y siempre.
Préstamos de día de pago
Los préstamos de día de pago pueden parecer una idea fantástica. No son invasivos, y en pocos minutos puedes irte con una suma de entre $50 y $2000 según tu recibo de sueldo. Después de todo, no suena tan mal: pides prestado $100 hoy y devuelves $115 la semana que viene cuando tu cheque de pago se acredite. ¿Sólo te cuesta $15, no es cierto?
Técnicamente sí, pero sólo si lo haces una vez. En realidad, la mayoría de las personas que eligen este camino no hacen más que volver a transitarlo una y otra vez. Todo va bien hasta que el día en que el prestamista cambia de idea en cuanto al anticipo del dinero. Y entonces te quedas con una billetera vacía y, tal vez, con cientos o incluso miles en cargos de intereses o gastos administrativos.
Las empresas que se dedican a esta clase de prestamos cargan intereses anuales equivalentes al 300% ó 400%. Por lo general, estas empresas esconden estas cifras es sus sitios Web e incluso en sus solicitudes.
En consecuencia, si creías que las tasas de tu tarjeta de crédito eran altas, vuelve a pensarlo. Si sientes que ésta es verdaderamente tu única opción, entonces relájate y tómate un momento. Lo mejor que podrías hacer es pedir prestado de tu familia o incluso pedir a tu empleador un adelanto de tu próximo sueldo —aunque ambas opciones puedan resultarte humillantes, es realmente conveniente—.
Adelantos en efectivo con tarjeta de crédito
Los adelantos en efectivo con tarjeta de crédito funcionan de una manera muy similar a una tarjeta de débito: introduces tu tarjeta en un cajero, ingresas tu PIN, y puedes retirar una suma en efectivo. Suena increíblemente fácil, pero es una de las peores maneras de obtener efectivo.
Casi seguro que el cajero va a cobrarte un arancel por la transacción —y éste no es más que el comienzo—. Con el adelanto en efectivo, el interés comienza a acumularse de inmediato: no hay período de gracia.
Eso quiere decir que aunque pagues el balance de tu tarjeta en su totalidad tan pronto recibas la cuenta por correo, ya habrás incurrido en intereses por el dinero efectivo que pediste prestado.
En este sentido, podrías descubrir que las tasas de interés superarán largamente las normales —de un 29% o más—. En comparación, el interés promedio en tus compras en una tarjeta promedio va del 12,75% al 13,47%.
Una trampa similar ocurre en la forma como los pagos son aplicados a tu cuenta.
La mayoría de las tarjetas de crédito primero aplican tus pagos al dinero que
debes en tus compras, antes de satisfacer la deuda que tienes por avances en
efectivo.
Si tienes un balance pendiente, el haber tomado dinero por adelantado podría
resultar en un aumento dramático en tus cuotas de financiación y en los
intereses que deberás pagar.
Cheques de crédito
Todos hemos visto alguna vez los cheques de crédito. A menudo, puedes encontrarlos en el sobre junto a tu resumen mensual o, tal vez, te sean enviados independientemente para promocionar una oferta especial.
Ten mucho cuidado, a veces estos cheques de crédito también son considerados como avances de dinero en efectivo.
Las entidades de crédito con frecuencia te invitarán a que los utilices para pagar tus cuentas. Pero si bien utilizar estos cheques podría ser conveniente, usarlos podría ser extremadamente costoso.
De nuevo,
es de suma importancia que leas el acuerdo de tu tarjeta de crédito y que te
familiarices con su política de préstamo.
Finalmente, depender de avances en efectivo es una señal de que estás al borde
de un serio problema financiero. Algunos consumidores que regularmente los
utilizan para satisfacer sus deudas están urgentemente necesitados de asesoría
especializada en el manejo de deudas.
Los adelantos en efectivo son tan tentadores que algunos consumidores se
convierten en víctimas de la trama del crédito y en poco tiempo se encuentran en
un círculo vicioso del cual no pueden salir.
Si ese problema se aplica a ti o a alguien que conoces, no dudes de consultar a un planificador financiero o de buscar ayuda profesional.
Préstamos con garantía hipotecaria de alto interés
Históricamente, aprovechar tu casa como fuente de dinero ha sido una gran fuente de financiación, pero seamos honestos: los valores inflados de las casas son los que llevaron a los Estados Unidos al desastre actual.
Con los precios de las casas cayendo, podrías descubrir que tienes menos patrimonio del que creías. Para complicar las cosas, los bancos están reduciendo las sumas que están dispuestos a prestarte y posiblemente vayan a responder por una tasación más baja.
Con frecuencia, los préstamos o las líneas de crédito con garantía hipotecaria vienen acompañadas de altos aranceles. Éstos se encuentran, por lo general, diseminados en el saldo total del préstamo, lo que quiere decir que podrías estar pagando intereses sobre estos aranceles por la duración del préstamo y, en consecuencia, reduciendo tu patrimonio y tu capacidad de reducir el saldo principal.
Si estás reinvirtiendo el dinero en tu casa para mejoras, no es una mala idea elegir este camino, pero si cuentas con el dinero para pagar facturas, deberías evitar este abordaje en todo momento. La mayor desventaja es que el banco puede requerir el préstamo en cualquier momento y, si te retrasas, podrías terminar entre la multitud de personas con ejecuciones hipotecarias.
Préstamos con títulos de propiedad
No es ésta la forma más común de préstamo, pero cuando las cosas se ven mal, este monstruo siempre se las rebusca para encontrar a aquellos más necesitados. Si posees tu auto, entonces puedes obtener un préstamo —básicamente, usando tu auto como garantía—.
En la mayoría de los casos, la persona que toma el crédito termina perdiendo su auto en manos del prestamista. Por otra parte, la cantidad de dinero que recibes es mucho menor al valor del auto y puedes estar seguro de que las tasas de interés serán altas y los aranceles serán cuantiosos. Incluso peor, si pierdes tu auto, el prestamista lo venderá por el total de su valor y tú no vas a ver un céntimo de esa ganancia.
Además, cualquier ganancia hecha no puede usarse para pagar lo que debes. El prestamista, al mismo tiempo, se reserva el derecho de llevarte a la corte y reclamarte el saldo más los aranceles asociados a tus pagos retrasados y los costos del proceso. En pocas palabras, nunca cometas el error de tomar esta clase de préstamos.
Tiendas de empeño
La mayoría de las personas no ven a las tiendas de empeño como prestamistas, pero, en realidad, justo eso es lo que son. Si necesitas dinero, el propietario de la casa de empeño tomará lo que tienes (joyas, objetos de valor, etcétera) y te darán un ticket y algo de dinero. El dinero pagado es mucho menor al valor del artículo y sí, se cobra un interés sobre esta cantidad otorgada —y las tasas son todo menos amigables—.
Si entras en mora o si te apareces un solo día tarde, la tienda de empeño venderá el artículo por el valor que desea —generalmente su precio de venta mayorista o algún valor cercano—. Y si lo quieres de vuelta, deberás pagar el precio de venta al por menor.
Si necesitas algo de dinero y no tienes problemas con no ver nunca más tus joyas u objetos de valor, lo más inteligente que puedes hacer es organizar una venta de garaje o publicar tus artículos en algún sitio Web de ventas.
¡No caves tu propia fosa!
El endurecimiento de las condiciones crediticias y los malos puntajes hacen que cada vez sea más difícil para la gente aplicar a préstamos y conseguir efectivo. Cuando las cosas lucen mal, puede ser muy tentador que alguien venga a ofrecerte un préstamo en efectivo —claro que, según sus particulares condiciones—.
Antes de endeudarte, aunque sea en la suma más insignificante, evalúa tus finanzas, analiza los términos y condiciones de cualquier transacción financiera y toma una decisión sensata —incluso cuando esto quiera decir vivir a pan y agua durante las próximas semanas—.
Si crees que las cosas se encuentran efectivamente mal en este momento, una decisión equivocada tiene el potencial de ponerlas mucho peor. Ahora lo sabes, y todo depende de ti.