El peluquero y el diputado
Un día, un florista fue al
peluquero a cortarse el pelo.
Luego del corte pidió la cuenta
y el peluquero le contestó:
- No puedo aceptar dinero. Esta
semana estoy haciendo un
servicio comunitario.
El florista quedó agradecido y
dejó el negocio.
Cuando el peluquero fue a abrir
el negocio, a la mañana
siguiente, había una nota de
agradecimiento y una docena de
rosas en la puerta.
Luego entró un policía para
cortarse el pelo, y cuando fue a
pagar, el peluquero respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta
semana estoy haciendo un
servicio comunitario.
El policía se puso contento y se
fue.
A la mañana siguiente cuando el
peluquero volvió, había una nota
de agradecimiento y una docena
de donas esperándolo en la
puerta.
Más tarde, un profesor fue a
cortarse el pelo y en el momento
de pagar, el hombre otra vez
respondió:
- No puedo aceptar dinero. Esta
semana estoy haciendo
un servicio comunitario.
El profesor con mucha alegría se
fue.
A la mañana siguiente, cuando el
peluquero abrió, había una nota
de agradecimiento y una docena
de diferentes libros, tales como
' Cómo mejorar sus negocios' y
'Cómo volverse exitoso'.
Entonces un diputado fue
acortarse el pelo y cuando fue a
pagar y el peluquero nuevamente
dijo:
- No puedo aceptar dinero. Esta
semana estoy haciendo un
servicio comunitario.
El diputado contento se alejó.
Al día siguiente cuando el
peluquero fue a abrir el local,
había una docena de diputados
haciendo cola para cortarse
gratis.
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El saco de carbón
Un día, Jaimito entró a su casa
gritando muy molesto.
Su padre, lo llamó y Jaimito le
explico:
- Imagínate que el estúpido de
Pedrito me humilló frente a mis
amigos. Por eso, le deseo todo
el mal del mundo, ¡Tengo ganas
de matarlo!
Su padre, un hombre simple, pero
lleno de sabiduría, escuchaba
con calma al hijo quien
continuaba diciendo:
El padre siguió escuchando y se
dirigió hacia una esquina del
garaje de la casa, de donde tomó
un saco lleno de carbón el cual
llevó hasta el final del jardín
y le propuso:
- ¿Ves aquella camisa blanca que
está en el tendedero? Hazte la
idea de que es Pedrito y cada
pedazo de carbón que hay en esta
bolsa es un mal pensamiento que
va dirigido a él. Tírale todo el
carbón que hay en el saco, hasta
el último pedazo. Después yo
regreso para ver como quedó.
El niño lo tomó como un juego y
comenzó a lanzar los carbones
pero como el tendedero estaba
lejos, pocos de ellos acertaron
la camisa.
Cuando, el padre regresó y le
preguntó: - Hijo ¿Qué tal te
sientes?
- Cansado pero alegre. Acerté
algunos pedazos de carbón a la
camisa.
El padre tomó al niño de la mano
y le dijo:
- Ven conmigo quiero mostrarte
algo.
Lo colocó frente a un espejo que
le permite ver todo su
cuerpo.... ¡Qué susto!
Estaba todo negro y sólo se le
veían los dientes y los ojos. En
ese momento el padre dijo:
- Hijo, como pudiste observar la
camisa quedó un poco sucia pero
no es comparable a lo sucio que
quedaste tú. El mal que deseamos
a otros se nos devuelve y
multiplica en nosotros. Por más
que queremos o podamos perturbar
la vida de alguien con nuestros
pensamientos, los residuos y la
suciedad siempre queda en
nosotros mismos.
Enviado por Francis. ¡Muchas
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