Puede haber sido por la
imposición de unos padres muy estrictos. O por sentirse poco aptas para la
tarea. O por las mismas dificultades de la vida. Lo cierto es que muchas
mujeres, a las que les encantaba el baile o la actividad física, dejaron en un
momento de su juventud de practicarlo, y ahora ya mayores, creen que no podrían
retomar su antiguo ejercicio.
Sin embargo, en Buenos
Aires, Argentina, existe una opción para que estas mujeres mayores puedan volver
a intentarlo. Se trata del grupo Ballet 40-90, en el que, como su nombre lo
indica, todas las mujeres tienen de 40 años en adelante, y el único requisito
para ser admitidas es amar el ballet.
Eso sí, según afirman sus
participantes, una vez dentro, es necesario tomarse la tarea con suma
responsabilidad. No importa que no se sepa bailar, que no se tenga el físico de
Eleonora Cassano, o que se tenga algún tipo de discapacidades, pero sí que se
cumplan con los horarios, días de práctica, compromisos asumidos, y que nadie
busque ser estrella. Las faltas, solo se admiten si están debidamente
justificadas.
La creadora de este
particular grupo, es Elsa Grass, una lúcida y enérgica mujer de casi ochenta
años que estudio en su juventud danza clásica, flamenco, y piano. Sin embargo,
Elsa dejó de seguir practicando sus bailes a los 41 años, debido a la muerte de
su padre. Pero en 1996, luego de una terapia de psicoanálisis, decidió “volver a
las pistas” -literalmente hablando-, y, ya como persona mayor, decidió focalizar
su práctica junto con gente de su misma edad.
Luego de poner un aviso
clasificado, Elsa se contacto con otras dos mujeres con sus mismos anhelos, y
junto a ellas creo el actual grupo, que, con el tiempo, no paró de crecer, y
necesitó de nuevo lugar y organización.
Actualmente, los ensayos
del ballet, se realizan en el centro cultural El Urbano, ubicado en las calles
Acevedo y Av. Corrientes, en el barrio de Villa Crespo. Las prácticas se llevan
a cabo en dos sesiones semanales, por espacio de tres horas cada una. En las
mismas, se puede bailar desde tango hasta cha-cha-cha, pasando por paso-doble,
danza clásica, moderna y music hall, entre otros ritmos.
En ese mismo lugar, el
grupo presentó también su propio espectáculo, “Musijol en el Urbano”, creado por
la misma Elsa Grass (que también se encargó de seleccionar la música, inventar
las coreografías, y diseñar el vestuario), una obra de una hora y media que
incluye tango, danza árabe, y music hall, entre otros géneros, y se realiza
siempre a sala llena, con un promedio de cien espectadores.
No ajenos a la crisis por
la que atraviesa el país, el grupo también se dedica a tareas solidarias. Para
esto, en algunos de sus espectáculos piden como entrada alimentos y útiles
escolares, los cuales, junto con algo dinero que juntan entre todas, donan a un
hogar de chicos de su barrio.
En lo que todas
coinciden, es en afirmar que el ballet fue importantísimo para sus vidas. Desde
la recuperación de una pierna con problemas, hasta la mejora de la memoria
(mediante el estudio y recuerdo de las coreografías) no hay en este grupo mujer
que no tenga algo para agradecerle al cuerpo de baile.