Suplementos vitamínicos: ventajas y desventajas
El uso de vitaminas es frecuente en la población. Su consumo sin una previa consulta con un especialista es algo que se da con más frecuencia de la debida.
“La gente cree que estos suplementos no tienen efectos secundarios, pero hay que tener cuidado con ellos y llevar un estricto control con un médico que pueda supervisar la evolución”, sostiene la nutricionista argentina Patricia Varón.
Lo que está claro es que el organismo necesita vitaminas para su mejor funcionamiento, pero lo que el cuerpo no produce se puede obtener de los alimentos.
“Una buena dieta es lo mejor para prescindir de los suplementos. Antes de consumir píldoras que luego pueden traer adicción o intoxicaciones, lo más recomendable es consultar con un especialista para que pueda planificar una dieta balanceada y así mediante la correcta ingesta de las comidas necesarias se logre suplir cualquier falta existente”, continúa comentando la profesional.
Posibles desventajas:
· La ingesta prolongada y desmedida puede provocar una intoxicación.
· Las vitaminas deben ser recetadas por un especialista ya que el libre consumo puede ocasionar excesos o deficiencias de diversas vitaminas en el organismo.
· La vitamina A consumida de más puede ocasionar fracturas en los huesos en aquellas mujeres mayores. Durante la gestación, el feto puede sufrir consecuencias indeseadas en su desarrollo.
· La vitamina C ingerida en dosis elevadas puede provocar diarreas
Beneficios de los suplementos:
· Quienes no consiguen con los alimentos tener los niveles adecuados, los suplementos son necesarios siempre bajo supervisión médica.
· La vitamina A ayuda a mantener las mucosas y piel en perfectas condiciones
· La vitamina C es un fuerte energizante que ayuda a combatir los radicales libres.
· La vitamina D protege contra enfermedades como el cáncer, diabetes, tuberculosis e infarto.
Algunos alimentos recomendados para evitar el consumo de suplementos:
Vitamina A: coles, calabaza, brócoli, zanahoria, lechuga, guisantes, melón, hígado, atún y lácteos.
Vitamina B: tomate, zanahoria, espinaca, repollo, hinojo y calabaza.
Vitamina B1: levadura, germen de trigo, jamón, avena y leche.
Vitamina B2: hígado y lácteos.
Vitamina B3: maní, atún, arroz integral, sardinas y levadura.
Vitamina B5: yema de huevo, habas, sesos y leche.
Vitamina B6: lentejas, arroz, hígado y sardinas.
Vitamina B8: hongos, levadura, palta y ostras.
Vitamina B12: riñones y carne.
Vitamina C: cítricos, pimientos, patatas y brócoli.
Vitamina D: salmón, bacalao y exposición al sol.
Vitamina E: trigo, girasol y margarina.
Vitamina K: espinaca, lechuga y coliflor.