En las noches con la calma que atesora
Pensar se puede en el mundo que se vive
Elevar el pensamiento sin medir la hora
Analizar muy bien el tema que se escribe.
La reflexión a este fragmento de uno de mis pensamientos, me llevó al principio de mi vida, y válgase la redundancia, mi vida comenzó cuando mi padre y mi madre hicieron el amor, aunque viéndolo bien, no hace falta el amor para que un acto tan natural nos lleve al nacimiento, lo vemos desde el principio de la creación, por supuesto que nosotros los humanos a diferencia de los seres irracionales, tenemos un código moral al cual debemos apegarnos pero no siempre es así.
Desde la escuela primaria me enseñaron a clasificar el reino animal, vegetal y mineral, pero en este caso específico trato de explicarme el comportamiento del Homo Sapiens, Sapiens, es decir, el hombre moderno, “inteligente sabio” ahí me enseñaron que estamos clasificados en el reino animal entre los bípedos, vertebrados, mamíferos y omnívoros, aunque…venimos de unas partes ovoides no por eso somos ovíparos.
Me imagino el comienzo de la vida en estado microscópico, siendo un espermatozoide. Precisamente en un acto de amor, pasión, arrebato… como se le quiera llamar, ahí comenzó mi vida pues fui uno de ellos, si en ese momento hubiese tenido la facultad de pensar, (no puedo olvidar que en ese momento solo era la mitad de mi ser), pensaría, de acuerdo con el inicio, que sería atleta ya que tuve que competir con más o menos 200 millones de hermanos genéticos en una loca carrera maratónica en pos de la meta buscando ser el primero en penetrar la membrana de un óvulo, ¡fiuuu! Me alcé con el triunfo.
Aunque viéndolo bien, no se si fue triunfo o fue que ya estaba predestinado para entrar a esta magnifica familia a la cual pertenezco, pues biológicamente los espermatozoides que hicimos la carrera, arrancamos de una misma meta, de un mismo ser.
Poco despues de fusionarme con el lóbulo, empecé a desarrollar mi pensamiento, seré pez, ¿me pregunté? pues todo el tiempo estuve sumergido en un liquido que le llaman amniótico, pero no, a través de esos tejidos llamados piel escuchaba las platicas que entablaba mi madre con algunas personas, ahí nos damos cuenta si somos aceptados o no, lo digo así porque desde ese momento aprendemos a sentir amor, decir malas palabras además de fumar, tomar licor, drogas, picante y muchas cosas más, es muy incomodo estar nueve meses encerrado en esa bendita bolsa, hay que estar moviéndose a cada rato, son muchos meses de inactividad, __que flojera__pero así es la naturaleza y hay que aceptarlo.
Recuerdo cuando salí a la luz, pa su mecha, todo lleno de cebo, ensangrentado y sorprendido y más cuando un ilustre desconocido para mi, me puso de cabeza colgado por los pies y me atizó una nalgada que me hizo soltar un grito destemplado, (lástima que no podía hablar todavía, pues le hubiera mandado un recordatorio alvaradeño)* claro que a partir de ese momento todo es dulzura, todos quieren apapacharte y unos hasta te dicen palabras ridículas como __a nené, agú a gugú y otras tonteras más pero que caray se les perdona por que quieren demostrar que eres bien querido.
Después viene la etapa de la inseguridad al andar, mis primeros pasos y los primeros trancazos, solo así se aprende, así mismo nuestras primeras palabras, después llegó el tiempo de celebraciones, Santos, Reyes, Navidad, piñatas, pastel y juguetes, pero para gente rica, para el pobre que es la generalidad de nuestro mundo no hay, está vedado, para el padre y la madre es más importante un mendrugo de pan, (a los seres que anteponen el vicio a las necesidades del niño, no se les puede decir padres).
Pero Dios como compensación nos dio una imaginación muy fértil donde una hoja de árbol se convierte en un barco, una caja de cartón un carro, un pedazo de cartón doblado un trascabo y así, como en el cuento de la Cenicienta y su carroza, cualquier basura es un hermoso juguete, no se si es idea, pero en el mundo ilusorio de la niñez , el niño gesticula, platica, pelea, llora y ríe con seres imaginarios, dicen que son duendes, otros que ángeles, la verdad es que el alma de los niños está directamente vinculada con la parte divina y por lo mismo, les es dable ver ángeles o entes celestiales.
Llegó el tiempo de la escuela, convivir con niños y niñas, conocer un poco más la naturaleza humana y la que nos rodea, aprender un cúmulo de conocimientos, esta acción es ley de vida pues leyendo y observando, aprendí que hasta la fauna más pequeña llega la fecha en que lanzan a sus hijos unos a volar otros a cazar y así todos por el estilo.
Otra etapa maravillosa es la pubertad, en mi caso parecía colibrí, libaba de rosa en rosa y de flor en flor, dicen que aquí se sufre y goza, y pasan cosas que te acongojan, pero sin saber como ni cuando, por una sonrisa o por un llanto, el prodigio del amor nos llega tanto, ya sea por ternura o por su canto, lo cierto que andamos como tontos, buscando nuestra dicha o quebranto, por suerte para mi fue lo primero, seguí las reglas naturales de Dios que dice creced y multiplicaos, perpetré mi especie con dos hermosas criaturas las cuales siento que fueron puestos a mis cuidados para seguir la ley de vida como lo hicieron mis padres,
Han pasado los años y desde esta mecedora he dado rienda suelta a mis recuerdos, a lo que he visto, a lo vivido, a mi imaginación, y veo con claridad que la vida es un círculo vicioso.
Lo mismo que al niño, al viejo se le caen los dientes, tiene dificultad para hablar, de andar se vuelve caprichoso, se orina, se hace del dos, no por que quiera si no por que su esfínter ya no funciona como pasa con muchas partes de su organismo y tiene que usar pañal otra vez, se vuelve dependiente de los demás, pero a diferencia de un recién nacido donde todos lo cargan, lo apapachan, lo arrullan y todos lo quieren tener.
La realidad del adulto es distinta, el viejo apesta, da asco, les da vergüenza cuando llega una visita, se vuelve chillón, todos quieren botarlo y el viejo tan solo pide un minuto de atención. Si observaran esa mirada sin brillo, cansada, triste, melancólica, pero llena de ternura que cuando pasas a su lado te mira sin ver y se le escurren lagrimas silenciosas, salobres, amargas, que bajan dando saltos por la apergaminada piel de ese rostro ajado por el tiempo, formando surcos húmedos,__ ya casi no quedan lagrimas__ sientes que se te estruja el corazón y en un arrebato de compasión y arrepentimiento le preguntas:
¿Qué te pasa, que quieres? él empieza a balbucear y entre sollozos dice palabras ininteligibles, tú te molestas porque no le entiendes, te irritas y le gritas, lacerando más sus sentimientos, ¡viejo achacoso, quejumbroso, cállate!.
Él silenciosamente te dice __aunque no me quieras, háblame, escúchame__ En esa incomprensión del habla existe mucha coherencia de sentimiento, de afinidad, de amor y quizás nos están diciendo las palabras que dijo Jesús __“perdónalo Dios mío, no sabe lo que hace”__
Desgraciadamente esas actitudes y forma de hablar no la conoce el joven, es el idioma por decirlo así, del viejo, llegamos a conocerlo cuando llegamos a la misma edad y nos encontramos con la pena de lo que hicimos y lo que nos están haciendo, no saben que nuestros viejos a pesar de las groserías, nos regalan con deseos de amor y felicidad.
Este es el momento de la espera, de entregar cuentas al creador, donde surge la interrogante, ¿que pasa con nuestra alma y nuestra memoria?, del cuerpo no hay pregunta pues polvo somos y en polvo nos convertiremos.
Culmino ésta reflexión con un fragmento de otro de mis pensamientos
Y me puse a pensar en ese instante
Que se siente llegar al triste huerto
Será liberación, será lo que nos junta A ese ser que nos reclama pero muerto.
Vana pregunta sin respuesta queda
Saberlo con certeza costaría la vida
Esperaré hasta que hombre pueda
Solemne, frío, de mi estuche tomar medida.
*En el argot mexicano, significa mentada de madre. Usado como saludo u ofensa, según el caso.
Por Juan Cordero Medina
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