Los hombres de gris que aún creen y esperan

Un alegato por la dignidad y el respeto de los derechos de quienes estamos en la llamada, a veces despectivamente, “tercera edad”.

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Lo
que a continuación se transcribe, no pretende ser una lección de cultura cívica,
tal vez tenga la humilde pretensión de recordar la LETRA inspirada y tomada
por aquellos hombres que un día abrevaron en la fuente de toda Sabiduría,
con palabras tal vez dictadas por algún ser sobrenatural y grabadas por los
siglos en la conciencia de otros hombres que debieron, deben y tendrán que
interpretar, administrar y sentenciar en un todo de acuerdo a esos principios
de Derecho y Justicia: LOS JUECES.

DECLARACION
UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Art.
1).
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, dotados
como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos
con los otros.

Desde
la concepción voluntaria en
vientre, los derechos a la vida, el de libertad e igualdad, fueron mal
interpretados o negados por hombres y sistemas que se sintieron amenazados por
estos naturales y legítimos derechos.

En el comienzo de la vida en sociedad o en comunidades, el hombre fue elaborando ciertos ordenamientos que
rigieran el cotidiano devenir de sus acciones, normas que se transformaron en
usos y costumbres, hasta que un día se conforma la Institución de La
Justicia y las mismas se convierten en Leyes, administradas por hombres
probos, cuya primera cualidad era, la IMPARCIALIDAD de sus fallos.

Durante
muchos años los ciudadanos de la Argentina fuimos obligados a adherirnos y a
mantener un SISTEMA DE JUBILACION, CAUTIVO, (hoy existen alternativas), lejos
estuvo de aportarle al mismo el principio de Propiedad Individual (negación
de un Derecho) falto de equidad y protección, tributó a las arcas fiscales,
sin la seguridad de una JUBILACION RAZONABLE.

¿Qué
mejor garantía que la continuidad Jurídica del Estado?

Hasta
ese Derecho Internacional fue olvidado, postergado, ciertamente NEGADO, cuando
gobiernos y administraciones, carentes de sensibilidad y de límites en sus
gastos, se apropiaron de los fondos acumulados en las etapas nacientes y
medias de las Cajas de Jubilaciones, provocando la destrucción de ese
sistema, que pasó así a convertirse en un mero mecanismo fiscal de reparto
con el final ya conocido.

Es
evidente que los aportantes (cautivos), no hemos tenido responsabilidad alguna
en la destrucción del sistemas, por ende nuestros legítimos DERECHOS
ADQUIRIDOS, son reconocidos por los Jueces (como era de esperar) y fallan pero
no SENTENCIAN (así pienso) por que aún no se sabe cuando y como, es decir:
El cúmplase en plazos perentorios.

Si
recordamos que el tiempo es el único bien NO RENOVABLE ( tal vez el de mayor
valor por ser el mas escaso) que
posee el hombre, y los que legítimamente esperamos, nos encontramos en la
TERCERA EDAD, no disponemos de tiempos para buscar y encontrar responsables
del quebranto del sistema, pero podemos distraer algunos en la búsqueda de
posibles , inmediatas y futuras.

La
actual Administración tiene el ineludible e impostergable DEBER de convocar a
los representantes de los ciudadanos postergados, restablecer con ellos el
Derecho, (apelado) hasta hoy
denegado, encarar un Plan de ajustes y reintegros, basado en actualizaciones y
retroactividades.

El
Estado a través de la Administración de turno es el sujeto ejemplarizador del
cumplimiento del mandato de los Jueces, si así no fuera, el ciudadano común se
arrogaría ese mismo Derecho de Impunidad, negándose al cumplimiento de sus
obligaciones para con el Estado, quebrando un régimen de derechos y
obligaciones de un sistema civilizado.

No
se puede postergar lo impostergable, ya no se cree en los decretos de necesidad
y urgencia que motivaron la apelación, la falta de los recursos (argumentada)
para las posibles soluciones, aparecen para gastos superfluos que sería
demasiado extenso de enumerar.

Si
los Jueces se expresan a través de sus fallos, actualmente, deberíamos pensar
que sus Sentencias tendrían implicancias políticas, entonces descreeremos de
la Administración de Justicia, de los Principios de Libertad e Igualdad, la
Balanza y la Venda que simbólicamente porta cada Juez como atributos de
Imparcialidad.

El
Imperio de La Justicia es el principio y basamento de toda Sociedad Civilizada
que se precie de tal, que convive bajo la Ley y el Orden, mientras se mantenga
el equilibrio de Poderes, pero si uno o mas de ellos, haciendo abuso de la
Autoridad de la cual están investidos, sus actos se verán en desmedro de su
propia Autoridad.

La
única Esperanza que nos queda, es la comprensión de los que tengan que
decidir, nuestra fuerza es la expresión oral o escrita, tal vez si cincuenta o
sesenta mil voces y voluntades nos expresáramos al unísono, alguien se dignaría
a escuchar, recordando que en algún tiempo, en algún lugar, las voces de los silenciosos, derrumbaron los muros de
la Injusticia.