Los niños quieren saber… ¡y mamá también!
Usualmente suelo organizar sobre la cama, de un lado la ropa de la nena, del otro, la del varón, empezando por el calzado hasta la bufanda.
Si bien eso implica un esfuerzo extra, invalida, que me estén persiguiendo por toda la casa, para saber donde diablos está cada prenda de lo que irán a ponerse.
Como si fueran mancos solicitan, "MA, me abrís el agua caliente. Ma, ahora está muy, caliente, una vez abierta. Ma, ahora está fría. Ma, me alcanzas la toalla la que dejaste sobre la estufa".
Ahora bien, el viceversa no estaría de más. Una, además de madre, y además de unas cuantas cosas más, es un ser humano que también le encantaría una toalla seca en lo posible, sino fuera demasiado pedir, después del baño reparador.
Pero sucede que están tiradas y desparramadas, juntos con las huellas mojadas chicas y medianas por toda la casa.
En esos instantes en que una suele congelarse buscando en qué parte de los dos ambientes está lo que debería servir para secarla, suele sonar el teléfono y uno que no atiende de puro escarchada nada más, no por otro motivo, escucha un reclamo de la madre.
¿Por qué no atendiste? Bueno ya que no lo hiciste, en la otra vida nos vemos. Uno mira al teléfono con ganas de estrolarlo contra la bañera a pesar de quedar incomunicado de por vida, antes de volver a escuchar un mensaje de semejante tenor.
Mientras le pide a la madre de una madre, un poco más de imaginación y que dicha actividad de incluir al contestador como parte de la charla sería bueno que saliera premeditado y no espontáneo por no encontrar con qué diablos secarse.
Al final del día una conclusión absolutamente personal, subjetiva y relativa, sostiene, que ser mamá y ama de casa es un trabajo parecido al de una congregación. Una se entrega con alma y vida. Resignémonos.
A veces se convierte en una tarea absolutamente estridente para los oídos. Gratamente insalubres para el olfato, por los tiernos olores que despiden de párvulos los hijos.
Se podría adjuntar, por el mismo precio también, que tener una familia incluye de vez en cuando, planteos irrisorios de algunos de sus componentes y siempre, pero siempre, incluir todos los decibeles en los que pueda decirse y/o reclamarse.
Aunque son más esperables de la madre de la madre y otros especimenes de la progenitora, que de los hijos.
Incorporar desalojar de la cama la pila de juguetes y presencias varias, incluida la gata, antes de ir a dormir, aunque uno proceda a ello, casi reptando, fruto del cansancio. Incorporará, dentro del plan A, B y C, las luchas diarias entre la mascota y el más chico en proceso de sociabilización.
Con lo cual curará heridas cuadriculadas sino su más pequeño quedará como cara cortada. Y procederá a dirigirse a apoltronarse en sus aposentos con una sonrisa en la boca.
Porque muy en sus adentros sabrá que como yo, para con los suyos tiene el sí, absolutamente fácil…Y la macana de este asunto, es que ellos; ellos, lo saben.
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