La esterilidad es la incapacidad que tiene una pareja para lograr un embarazo. Afecta a una de cada cinco o seis parejas y atañe por igual al hombre y la mujer.
Un 30% de las causas son masculinas, un 30% femeninas y el 40% restante son mixtas. La OMS la considera una enfermedad. Creemos que es la pareja la que tiene el problema y no cada uno por separado.
Aunque hombres y mujeres pueden vivir el problema de manera diferente, ambos comparten la angustia y frustración que esta situación conlleva. La transmisión genética a través de las generaciones nos da cierto grado de inmortalidad a nosotros, a nuestra familia y a toda la especie.
Esta transferencia se ve interrumpida cuando una familia no deja un hijo. Somos concientes de que lo único que perdurará de nosotros al morirnos será nuestra descendencia.
Esta incapacidad es una de las situaciones más traumáticas a las que puede estar expuesta una pareja como tal y como individuos. Desde niños nos preparamos para ser padres.
Ya mayores, la vida de nuestros amigos gira en torno a sus hijos. Y la familia pregunta "¿y ustedes para cuándo?" sin conocer a veces el dolor que esta ausencia provoca.
Tener hijos es el primer mandato divino: “Creced y multiplicaos”, dice el capítulo I del Génesis. Tanto la Biblia como casi todas las religiones y civilizaciones rinden tributo a la fertilidad y castigan la infertilidad.
Pero, ¿por qué es cada vez más frecuente escuchar comentarios acerca de parejas que no pueden tener hijos u otras que debieron recurrir a algún tratamiento para tenerlo?
El hecho sugiere que se trata de un diálogo cada vez más instalado. Este probable aumento en la incidencia puede obedecer a distintos motivos: en primer lugar las mujeres comienzan a buscar su primer embarazo a edades más avanzadas -32 años en promedio en EE.UU.- hasta hace poco a los 20 años no se pensaba en otra cosa que casarse y tener hijos.
Hoy la mayoría piensa en encargar su primer hijo luego de finalizar la universidad, ver concretado su ascenso en el mercado laboral y adquirir estabilidad económica.
Además es cada vez más frecuente que mujeres separadas quieran tener hijos con su nueva pareja. Por otro lado en los últimos 30 años se produjo un aumento en las enfermedades de transmisión sexual, consecuencia de la mayor libertad y el remplazo del preservativo por la píldora anticonceptiva.
También en las últimas décadas se observaron mayores indicios de aumento en la infertilidad masculina. Esto podría ser consecuencia del estrés, el uso de plaguicidas y el consumo de tabaco, etcétera.
Por último este aumento en el número de pacientes infértiles podría explicarse por el gran avance que sufrió la medicina reproductiva en los últimos años, lo que luego se vio reflejado en más consultas y más soluciones.
Asimismo jugaron aquí un papel importante el efecto multiplicador de los medios de comunicación e Internet. Pero, ¿cuál es el rol que debemos cumplir los médicos?
El diagnóstico certero y los tratamientos eficaces ofrecen hoy a las parejas infértiles posibilidades concretas de cumplir su anhelo de ser padres.
Es fundamental por lo tanto llevar a cabo al menos los estudios básicos. Desafortunadamente perdura el derrotero con el que tantas parejas concurren a la consulta luego de haber transitado múltiples instancias sin alcanzar el fin esperado.
Siguen cargando gruesas carpetas saturadas de estudios, tratamientos y frustraciones. Por lo general estas parejas manejan distintos grados de información acerca de su esterilidad.
Algunos están confusos y sin rumbo, y carecen de los elementos necesarios para entender cuál es el problema que los aqueja. En otros, la inquietud personal y la necesidad de comprender y saber los convirtió en expertos, incluso accediendo a las últimas publicaciones disponibles para los especialistas vía Internet.
Cada caso es un enigma distinto y el echar luz sobre el origen de su problema sentará las bases para un tratamiento adecuado. En general las causas pueden estar relacionadas con trastornos en la ovulación, en el útero o las trompas, la presencia de endometriosis o causas relacionadas a alteraciones en el semen.
La mayoría de las veces las soluciones pasan por tratamientos sencillos como una cirugía por videolaparoscopía, estimulación de la ovulación, etcétera, pero otras requieren de la llamadas técnicas de alta complejidad como la fertilización in vitro (FIV) o la inyección intracitoplasmatica de espermatozoides (ICSI).
En todos los casos se juega nada más ni nada menos que “el logro de la descendencia” por lo tanto el especialista debe ofrecerles siempre el mayor conocimiento científico y la mayor contención posible compartiendo los logros cuando los resultados son positivos o infundiendo fuerzas y esperanza cuando no lo son.
La pareja tiene el derecho de conocer la experiencia y la formación del médico elegido en el área de la reproducción humana. El especialista debe acreditar una sólida formación y una dedicación casi exclusiva al tema, además de contar con todo un equipo especializado en el tema.
Si fuera necesario recurrir a una técnica de reproducción asistida lo recomendable es dirigirse a los centros acreditados a tal fin por las autoridades competentes.
Una situación que debe ser muy tenida en cuenta es la edad de la mujer, ya que los 35 años comienzan a marcar una pendiente descendiente en la capacidad para alcanzar el embarazo.
Es en ese momento donde todos los procesos deben acelerarse. La llegada de los 40 ó 45 años nos indica ya que será necesario recurrir a la donación de óvulos, práctica muy difundida hoy en día.
Finalmente, si bien en un importante número de casos la infertilidad obedece a causas orgánicas, esta búsqueda que consiste concretamente en poder formar una familia puede requerir de la asistencia psicológica.
Esta colaborará para dejar atrás o apaciguar el dolor que esa búsqueda produce.
Es notable cómo algunos logran transitar este camino sin demasiados sufrimientos ni inconvenientes, y muchos otros necesitan de la ayuda del psicólogo especializado que les ayudará a obtener las fuerzas necesarias desde esta situación de adversidad.
En ambos casos médico especialista y psicólogo serán los encargados de brindar lo mejor de sí y poner a disposición todos los avances de la ciencia.
Por Prof. Dr. Natalio M. Kuperman
Doctor en Medicina y Cirugía
Especialista en Medicina Reproductiva
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