Comenzaremos
el artículo exponiendo una idea básica sobre la definición de
mala praxis:
toda acción médica errada de acuerdo a la opinión de expertos médicos; esto
significa que no se define por la opinión del paciente o de sus familiares y
amigos, y que tampoco puede definirse por la opinión del juez que participa del
caso, cuya misión es definir la culpabilidad de la mala praxis y la magnitud
del resarcimiento del perjudicado.
Todos
los médicos sabemos que la medicina es una actividad falible, que maneja dos
dualidades, una de ellas es la búsqueda del menor error posible y la otra la
del mayor beneficio probable, los balances riesgos – beneficio son tareas médicas
de todos los días, y hasta de varias veces en el mismo día.
Tenemos
que tener en cuenta que las decisiones tienen un basamento dado por la
predictibilidad de que dicho tratamiento sea mejor que otro o que sea mejor que
la inacción misma; ésta es una teoría que se basa en la sensibilidad y
especificidad de los elementos que fundamentan una decisión, pero que no
contempla los casos particulares.
Por
eso, por ejemplo, si aplicamos un tratamiento que informa que para el 99% de los
pacientes ha sido inocuo, no sabemos si en nuestro paciente individual lo será.
Un
punto a tener cuenta es la opinión de los expertos, que es la forma de evaluar
la acción del médico querellado, en cuanto a conocimiento aplicado y
oportunidad en tiempo y circunstancias.
En este punto sería
interesante tratar de definir una buena práctica médica como las decisiones
que se ajustan a las reglas o normas dictadas por expertos, las actitudes que
satisfacen las expectativas de los pacientes, cumplimentando las exigencias de
la ley, evitando la dilapidación de los recursos y educando a pacientes,
colegas, enfermeros y a todos los que intervienen en el proceso de salud.
Esta definición supone
que un
médico debería ser especialista de todo (cosa imposible) o que cada
paciente que llegue a su consultorio sea derivado a un superespecialista. También
requiere tiempo y recursos a utilizar, con los cuales no contamos.
Por eso vemos que la práctica
ideal se contrapone con la realidad de nuestros sistemas, de nuestros países.
Podríamos
decir entonces que satisfacer las expectativas del paciente parece ser el
elemento de mayor peso para determinar si habrá o no querella,
independientemente de la opinión de los expertos.
Por
lo tanto la profilaxis de un juicio de mala praxis parece ser una buena relación
médico – paciente.