10 cosas que los hombres no soportan de las mujeres

Claro que no podemos vivir sin mujeres, pero qué felices seríamos si simplemente dejaran de...

Desde luego, los hombres aman a las mujeres. Las formas en que lucen, huelen, caminan, y hablan son simplemente algunas de las razones por las que son consideradas como “una especie divina”. 

Generalmente, claro está. Porque debemos decir que las mujeres no son perfectas. Claro que no. Y después de un riguroso análisis, hemos llegado a identificar cuáles son las 10 cosas que más molestan a los hombres de las mujeres. Qué felices seríamos si simplemente dejaran de… 

1.      Pretender ser castas

Un tema recurrente entre muchas mujeres es que ellas intentan ubicarse bajo una luz de puritanismo, que les impide reconocer que han usado a los hombres para divertirse, y que les lleva a dividir por cinco la cantidad de novios que han tenido.

Antes de seguir: nuestras felicitaciones a todas las mujeres que son realmente inocentes y puras. Ahora, las que no forman parte de este grupo, deberían dejar de echar agua para aclarar su pasado.

Las mujeres tienen tanto derecho como los hombres a divertirse, y deben buscar a un hombre capaz de comprender y aceptar esto. 

2.      Criticar a otras mujeres

¿Por qué será que muchas mujeres no pueden tener un simple cumplido hacia otra mujer? Ellas aman encontrar defectos en otras mujeres; defectos que van desde el peso hasta el corte de cabello y todo lo que hay en el medio.

Sólo una mujer notará si los zapatos de otra mujer no combinan con su cartera —y seguro que lo convertirán en una verdadera calamidad—. 

3.      Tener Paranoias constantes

Con frecuencia, el hecho de mencionar el nombre de otra mujer puede poner en riesgo la vida de un hombre. Imagina, entonces, el conflicto que deberías soportar si ella supiera que estuviste en el club de hombres. 

Sea como sea —y bromas aparte—, muchas mujeres tienen la tendencia de ver fantasmas en todas partes, sobre todo cuando estos fantasmas pueden hacer que su hombre sea infiel.

En consecuencia, siempre que otra mujer entra en la ecuación, en cualquier forma o forma, ellas se tensan. Si tú le has dados motivos para desconfiar, entonces la paranoia será justificada. De lo contrario, no tienes que pagar el precio por sus inseguridades. 

4.      Estar siempre necesitadas

Algunas mujeres tienen serios problemas de inseguridad. Ellas necesitan que su hombre las sostenga, las mime, y les diga constantemente lo especiales que son.

Ellas convierten a los hombres en muletas emocionales, y acuden a nosotros en busca de apoyo moral, mental, y emocional. 

Existe una pequeña ironía aquí, y es la de que todas las mujeres suelen hacer todo lo posible por mostrar al hombre cuán independientes son.

No obstante, estas mismas mujeres son las que se vuelven extremadamente inseguras una vez que se enamoran. Desde luego, por más tentador que pueda resultar el hecho de usar esto a nuestro favor, seguramente la mayoría de los hombres prefiere esa otra clase de mujer, tal vez menos independiente en un principio, pero más segura de sí misma luego. 

5.      Hacer preguntas capciosas

La antigua pregunta de “¿En qué estás pensando” es un ejemplo perpetuo de cómo las mujeres aman poner a prueba a los hombres y descubrir nuestros verdaderos sentimientos hacia ellas.
Ellas suelen lanzarnos preguntas teóricas y oscuras que, según ellas, se supone que debemos saber las respuestas si realmente somos “sus almas gemelas”. 
 

Qué horrenda imagen la de ver a un hombre nervioso, movilizando sus neuronas al máximo para encontrar la respuesta correcta, mientras su mujer lo observa desde una distancia prudencial, con los brazos cruzados y un pié golpeteando incesantemente el piso.

En este punto, no queda más que arrojar una respuesta y esperar que no sobrevenga la catástrofe. 

6.      Invadir el espacio personal del hombre

Las mujeres tienen este tic instintivo que las hace querer “almohazarnos” en cualquier momento o convertir nuestras pertenencias personales en sus pertenencias.

En otras palabras, cuando ella no está ajustando el nudo de tu corbata —que lo has hecho muy mal, por cierto—, estará hurgando entre tu gaveta, buscando una sudadera que le quede bien. 

Seguramente ya entiendes cuál es el problema aquí. Todos sabemos que no nos alcanzaría una vida de lamentos si solamente osáramos pensar en cortarles el cabello o apoderarnos de alguna de sus pertenencias. Entonces, ¿por qué es justo cuando ocurre al revés? 

7.      Ser demasiado emotivas

Sí, ellas lloran por cualquier cosa: una película triste (o incluso una alegre), una uña rota, o un corte de pelo que no ha quedado del todo bien.

Lo que es peor: ellas esperan que el hombre arregle el desastre emocional. Y si hay algo que todo hombre detesta es tener una mujer llorona pegada a su hombro. 

No es que seamos insensibles, pero aparte de decir “ya está querida” o “ya pasará, no es tan grave”, no conocemos otra forma de reconfortar a una mujer.

El hecho de que las mujeres sean generalmente más delicadas y vulnerables es genial, pero no queremos tener que soportar un mar de lágrimas por cualquier revés menor que la vida decida darles. 

8.      Salir de compras (y llevarnos)

A la hora de ir de compras, simplemente no alcanzan las horas del día para la mayoría de las mujeres. Ya sea una salida a mirar vidrieras o un festín de compras con tarjeta de crédito, ellas pueden pasarse horas en el centro comercial —un rato en la tienda de zapatos, otro rato en la de carteras, y otro en la de lencería— sin pensar en comer, tomar agua, o en sus responsabilidades de la vida diaria. 

Pero lo peor de todo, es que para ir de compras deben tener a su hombre al lado. Y entonces allí vamos, de tienda en tienda, sosteniendo cada vez más bolsas, y preguntándonos inútilmente por qué cualquier prenda merece, al menos, cinco minutos de su atención. 

9.      Hablar incesantemente

La mayoría de las mujeres aman hablar, y si les prestas una oreja, entonces ya nada las detendrá. No es que no nos importe lo que tienen para decir; simplemente no necesitamos oír un reporte detallado de los acontecimientos cada media hora. 

10.  Utilizar el sexo como un arma

En la guerra de los sexos, todo se resume a quién lleva los pantalones en la relación. Con frecuencia, las mujeres, en un esfuerzo de mostrar superioridad, atacan el punto débil de los hombres: el sexo. 

Y, si bien es destacable que la táctica es tan inteligente como efectiva, las necesidades básicas del ser humano no deberían formar parte de las disputas de la relación. ¿No lo crees? 

Aprende a tolerar

En el gran orden de las cosas, los hábitos irritantes de las mujeres no son tan malos. Existen probabilidades de que todo hombre se adapte a ellos con algo de tiempo, y ella deberá hacer lo mismo con las costumbres que no soporten de nosotros.

Nadie es perfecto y, sin dudas, esto es algo en lo que todos estamos de acuerdo. Tanto hombres como mujeres. 

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