Somos
aquellos que encontramos dificultades en lugar de soluciones.
Aquellos
que postergamos actitudes y actos.
Aquellos
que distorsionamos la realidad en función de nuestro provecho.
Los
que manejamos a las personas, los que imponemos razones, los que dejamos de
controlar impulsos, los desaliñados y puntillosos, los que no nos conectamos
con nuestra amplia vida de los afectos.
Los
que confundimos nuestros pensamientos con nuestras emociones.
Los
que reprimimos nuestro disfrute de las cosas simples de la vida.
Los
que no toleramos las diferencias, los que nos mostramos fuertes y perfectos, los
que damos y recibimos con límites, los que no defendemos nuestras posturas y
nos sometemos a arbitrariedades los que luchamos en vano por superar conflictos,
los que repetimos situaciones desagradables y, luego nos juzgamos y culpamos por
ello.
Los
que hacemos brillantes análisis buscando el aplauso, los que no aceptamos ser
queridos, los que sospechamos, los que nos sentimos víctimas de las
situaciones, los que tenemos segundas intenciones, los que tomamos en lugar de
dar.
Los
que sentimos miedos exagerados ante los otros, los que creemos ser centro del
mundo, los que creemos en la idea del falso triunfo, los pesimistas.
Los
que exhibimos exhibiciones, los
angustiados, los que escenificamos la vida en
lugar de vivirla.
Los
que rendimos tributo a la grandeza de los otros, los que no estamos siendo ante
cada acto.
Los
que nos auto-acuartelamos en nuestro yo. Los que confundimos límites de lo tuyo
y lo mío, los que no respetamos ni lo tuyo ni lo mío.
Los
que buscamos excusas, los que estamos convencidos que los neuróticos son los
otros.
Encontremos
los caminos necesarios para descubrirnos y aceptar tanto nuestra vida neurótica
como la posibilidad de ser felices con lo que tenemos que es valioso e
importante.
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