Las
personas que han alcanzado su jubilación y/o pensión y que tienen un espectro
de edad bastante amplio, a lo largo del tiempo han pasado de la tradicional
conducta pasiva y expectante, a una actividad de reclamo que puede lograr gran
intensidad.
Pero
existe un factor permanente de tensión entre el sector y las diversas áreas
del estado responsables de su beneficio jubilatorio o de su cobertura de salud
en cuanto, los beneficiarios del este sector consideran que tanto el monto del
beneficio asignado como la cobertura médica, son insuficientes.
En
algunos momentos, el reclamo de la “clase pasiva” se acercó a matices de
tinte violento. Sin embargo, lo positivo de esta actitud es que se constituyó
en una actividad habitual incorporada a su vida cotidiana y que se ha ido
desarrollando bajo ciertas normas:
· Estableciendo un lugar y horario fijo para el
reclamo.
· Con el establecimiento de una suerte de división del trabajo y cierta
estratificación del poder entre jefes o líderes y seguidores.
· Por medio del desarrollo de una ideología grupal para llevar adelante el
reclamo que, al estar basado en necesidades comunes, fortalece la identidad del
grupo.
· A través de la constitución del reclamo como tarea – objetivo grupal.
Todos
estos puntos se integran en un nuevo concepto que se ha generado que es el de organización.
¿Organización
para qué?
Los
mayores se organizan para pedir, para ser escuchados, para lograr su autodefensa
coherente ante las injusticias, para mantener viva su
dignidad de seres humanos,
para definir su identidad de grupo, y para que sus acciones conjuntas sean
eficaces.
Si
recordamos las características de la organización
laboral y de la organización
sindical de la cual proviene, el sector pasivo manifiesta no haber olvidado
los mecanismos dentro de los que funcionaron en las empresas o administraciones,
ni tampoco aquéllos otros a través de los que condujeron su diálogo con los
empleadores. No han olvidado su historia, ni aprendizaje a pesar de vivir en un
país sin memoria.
La
organización que han formado les ha permitido cobrar fuerza como sector de la
sociedad y recortarse como tal, con una identidad propia y distinta, que los
mantiene en actividad y cuasi sindicalizados dando una respuesta viva y activa, desde un ángulo
nuevo y creativo, a los tradicionales enfoques que sobre el sector nos han
presentado por largos años: la imagen apacible e idílica del “abuelo que
goza de un merecido descanso después de toda una vida de trabajo”.
La
organización germinó en los Centros de Jubilados, como lugar inicial de
recreación y encuentro con sus pares, donde “se organizaban” las reuniones y
paseos y donde, posteriormente, los jubilados encontraron la posibilidad de
compartir sus disconformidades.
Esta
tendencia a la organización ha llegado a tal punto, es posible pensar que toda
esta actividad generada en la “clase pasiva” por una fractura en el feed
back (la retroalimentación) de la comunicación entre beneficiarios y
proveedores y liderada por un grupo que mantiene viva la actividad,
favorecerá el desarrollo de un proceso hacia el logro de la institución
del sector pasivo como una fuerza interlocutora que plantee las propuestas,
necesidades y reclamos de los beneficiarios previsionales a los que representa.
¿Qué
motivos dieron origen al reclamo? ¿Por qué la fractura comunicacional?
La
fractura se origina en la crisis que, a nivel mundial, dificultó la consecución
de políticas sociales tal como fueron diseñadas en los años dorados del Estado de Bienestar, tiempos en los que pudo ser
una realidad aquel “abuelo tomando su merecido descanso” en virtud de que
las condiciones económicas del mercado mundial lo permitieron y favorecieron,
colocando al jubilado, a veces, en una situación de bucólica alienación.
De
esta manera, la organización de los mayores se constituye en un aporte positivo
a la sociedad.