Se
cultivan a partir de bulbos que se plantan en macetas, enterrándolos hasta la
mitad, en el primer mes del invierno.
Es
aconsejable sumergirlos previamente en agua tibia, la mezcla a emplear es 1/3 de
tierra de jardín, 1/3 de estiércol de vaca y 1/3 de mantillo.
Oriente las
macetas hacia el norte (hacia el sur, en el hemisferio norte) y protéjalas de
las corrientes de aire, son plantas exigentes en luminosidad, calor y moderada
humedad.
Regarlas excesivamente es un error muy común que favorece la
putrefacción del bulbo. En primavera, emiten un tallo que sustentará las flores.
Conviene aplicar un fertilizante antes de que
florezcan, cuando el follaje
comience a amarillear, reduzca el riego y deje secar la maceta hasta el año
próximo.
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