– Dios bendiga a mami, a papi y a la abuela. ¡Adiós abuelo!-
Al padre le parece extraño, pero pronto se le olvida. Al día siguiente, el abuelo muere.
– Seguro fue una casualidad -, se dice el padre.
Casi tres meses después, el padre escucha mientras su hijo reza antes de dormir:
– Dios bendiga a mami y a papi. ¡Adiós abuela!-
Al día siguiente, la abuela muere. Ahora el padre se encuentra hondamente preocupado, sospecha que el pequeñín tiene un don especial, poderes extrasensoriales que la ciencia y la razón no pueden explicar, pero más se precupa cuando dos semanas después escucha de nuevo al hijo mientras rezaba de noche:
– Dios bendiga a mi madre. ¡Adiós papá!-
Al padre casi le da un infarto cuando lo escucha, pero lucha por guardar la calma; respira hondo y se dice a sí mismo que puede haber una oportunidad.
No lo comenta con nadie, pero pasa la noche en vela, pidiendo perdón por todos sus pecados; se baña, desayuna bien temprano y se va directo al trabajo, para evitar accidentes con las mamás que en el último minuto llevan a sus hijos a la escuela mientras hablan por celular y se maquillan.
Se queda todo el día trabajando y cena en el trabajo, regresa a su casa recién pasada la medianoche y ¡sigue vivo!. Cuando llega, lo primero que hace es disculparse con su mujer:
– Perdóname cariño, ¡Tuve un día terrible!-
– ¿Que tuviste un día terrible? – reclama su esposa – El de nosotros fue peor… ¡Hoy el cartero se murió en la puerta de la casa!-
La maternidad es una certeza… la paternidad es un acto de fe
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