Quiero ante todo dejar bien en claro un concepto acerca de la comprensión (desde la óptica de las artes energéticas orientales) de lo que significa trabajar inmaterialmente sobre el cuerpo humano.
El
Reiki (como algunas otras técnicas internas) nace del concepto de la "potencial" interacción entre una energía cósmica o etérea y una energía corporal supuestamente desequilibrada.
Partiendo de esa base filosófico-conceptual, cabría plantearse ante todo, dos cuestiones de difícil respuesta:
1) ¿está realmente la
energía del paciente en un estado de verdadera desarmonía?
2) ¿la persona (terapeuta) encargada de canalizar esa energía sutil hacia el paciente, está en condiciones de asumir el rol de "conductor" de un elemento tan difícil de racionalizar para nuestra mentalidad occidental ?
Esto puede sonar a escepticismo, pero les aseguro que para alguien como yo, con una larga experiencia en el manejo de la energía interior (más de 2 décadas de práctica de las artes marciales chinas internas), aún me resulta difícil creer que haya alguna posibilidad de que una tercera persona tenga el "don" de transmitirnos aquello que muchas veces no somos capaces de equilibrar por nuestros propios medios.
Traducido al español: es imprescindible que aprendamos a asimilar y canalizar nuestra energía a través de nuestra práctica individual (esforzada, lenta y muchas veces hasta tediosa), en lugar de depender de otros que se atribuyen una capacidad dudosa de atraer del infinito algo que tendría que estar necesariamente en nuestro interior.
He visto a mi maestro realizar proezas que una mente ortodoxa dudaría en catalogar como "reales", pero ante mi pregunta dirigida a averiguar por qué no utiliza esa "virtud" con fines curativos, obtuve la siguiente respuesta: " influir sobre los demás transforma un don en un instrumento, pero enseñar al prójimo como adquirir por sí mismo ese don lo transforma en una bendición".
Aprender a reconocer y manipular la propia energía, es el camino para encontrar la respuesta a por qué lo que se paga al profesor o al terapeuta no alcanza para dar una solución a los trastornos.
Soy un adepto a las artes tradicionales terapéuticas de Extremo Oriente, pero estoy convencido de que nadie puede dar lo que uno mismo no está aún capacitado para rescatar personalmente.
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