Es esencial que los padres comprendan que las armas más efectivas para lograr el éxito son la paciencia y la perseverancia. Sin estas dos herramientas, cualquier costumbre que se le pretenda inculcar a un niño será imposible.
“Un bebé que se ha convertido en un niño y que suele dormir con los padres, tendrá el proceso de dormir solo mucho más complejo que un bebé que ha sido acostumbrado desde el primer día a dormir en su espacio propio.
Aunque los padres sientan lástima o vean que resulta más cómodo tener al hijo recién nacido en la propia cama, deben hacer el esfuerzo ya que será recompensado. Incluso, el dormir con un bebé puede ser peligroso”, sostiene Isabel Bermúdez, pediatra española y especialista en trastornos del sueño en niños menores de tres años.
Luego de los tres meses, se aconseja que los bebés duerman en otra habitación distinta de la de sus progenitores. “En una cuna, pero en un espacio diferente para que luego, no experimenten el cambio como algo negativo.
Si el niño sigue durmiendo con los padres hasta cumplir el año, ya luego será muy difícil acostumbrarlo a una habitación nueva. Hay que recordar que a los bebés les da confianza y tranquilidad dormirse y despertarse en un mismo sitio”, recomienda la especialista.
Durante las primeras semanas en las que se efectúe este ejercicio de intentar que el bebé se acostumbre a un nuevo sitio, puede haber recaídas. “Lo más natural es que si un niño se despierta y advierte que los padres no están junto a él, se levante y vaya hasta la cama de ellos. Lo que hay que hacer por más cansancio que se sienta es acompañar al hijo a la habitación y explicarle que debe dormir solo”, aconseja Bermúdez.
Si el niño se queja mucho, los primeros días se puede dejar la luz encendida de su cuarto, siempre explicándole que esta medida es transitoria. “Esta medida puede ayudar a los niños temerosos y que han sido malcriados. La idea de despertarse y reconocer el lugar donde están, les será de utilidad para recuperar la confianza y volver a dormirse”, explica la experta.
Las rutinas son imprescindibles. “Preparar un baño relajante, estimularlo positivamente sin llegar a excitarlo, pero haciendo del momento previo al sueño un instante acogedor y deseado. Hablarle de la habitación tan bonita que tiene el niño, intentar decorarla lo mejor posible para que se sienta a gusto y reconfortado en ella y una vez que se ha ingresado en ese espacio, no hay vuelta atrás.
Por más que el bebé llore y grite cuando ve alejarse a los padres, hay que tener paciencia. Con seguridad llegará el día en que el niño se acostumbrará. Esto puede costar un par de semanas, pero si se persevera, se logrará el cometido”, señala la pediatra española.
Una ayuda extra que da buenos resultados es grabar una cinta con la voz de la madre cantando las canciones favoritas del niño o dejarle alguna prenda con su olor al bebé. De a poco seguramente el pequeño se vaya haciendo a la idea de cómo son las cosas.
Es importante que los padres acudan siempre a ver al niño cuando está llorando o quejándose. “Hay teorías que señalan que hay que ir dejando pasar cada vez más minutos para acudir al encuentro con el bebé cuando llora, pero lo ideal es brindarle confianza y seguridad al pequeño que por más niño que sea, siempre entiende a los padres cuando éstos le explican las cosas de un modo correcto”, finaliza diciendo la profesional.
Hábitos que impiden que un bebé duerma solo
1.- Dormir al bebé en brazos
2.- Llevar un colchón a la habitación del niño
3.- Esperar a que el bebé se duerma para marcharse
4.- Darle de comer para que concilie el sueño con mayor rapidez
5.- Pasearlo en cochecito o en situaciones más extremas, dar una vuelta con el automóvil para que el niño se duerma.
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