Hay quienes opinan que más doloroso que una ruptura es la llegada del momento en el que la pareja dice la bendita frase: “necesito un tiempo”. El mundo parece desmoronarse y el tiempo comienza a pasar muy lentamente.
La reacción es tardía, el corazón comienza a latir con desesperación, la garganta se seca y las manos empiecen a sudar y aunque en realidad se quiere decir otra cosa, en general no queda más opción que la de aceptar este momento de confusión por el que atraviesa la pareja y ceder ante el pedido que no es más que una decisión tomada y meditada desde hace quién sabe cuánto tiempo.
No hay una regla fija para que este comentario se instale como un fantasma entre dos personas que hasta ahora eran felices y se amaban. Puede suceder a los meses de noviazgo o luego de cinco años cuando la convivencia está instaurada.
En muchas oportunidades hay señales que pueden hacer intuir semejante baldazo de agua fría, pero en otras ocasiones, o no se quieren ver o se es muy buen simulador para esconderlas prolijamente sin que dejen huellas, el hecho es que no es fácil percibir que todo se va a desmoronar.
“Ante esta situación no resta sino tener paciencia. No hay que tener actitudes de enojo, fastidio o desesperación. La primera reacción sin lugar a dudas será la de sorpresa, luego se experimentará ira para más tarde pasar a la angustia.
Lo más indicado es mantener la calma, la compostura y aceptar lo que está pasando con una actitud madura. Sé que es difícil de conseguir, pero si asumimos una actitud irracional, las consecuencias pueden ser irreversibles.
Tal vez nuestra pareja esté atravesando un momento de cambios generales y únicamente necesite estar una temporada en soledad. Hay que saber esperar”, aconseja el psicólogo uruguayo Esteban Benítez Cazas.
Las relaciones de parejas pasan muchos altibajos. “Si los miembros de la pareja se han conocido en momentos claves personales, serán más propensos a ser víctimas de esta frase que despierta tanto temor.
Si están intentando superar crisis por separados o se han encontrado uno después de cambiar de país, o luego de un divorcio, o si se está por cambiar de carrera o se ha atravesado un duelo, lo más normal es que la persona internamente esté tan movilizada que no sepa dónde es que está parada y quiera comenzar a estabilizarse. Una manera de hacerlo es cortar con todo lo que tenga en movimiento hasta ahora y la relación actual será una de ellas”, explica el profesional.
Más allá del mal momento, una vez que se ha encontrado la calma, habrá que reflexionar acerca de la clase de relación que se tiene. “Hacerse las siguientes preguntas puede ayudar a anticipar la decisión final de la pareja, ¿somos felices?, ¿existen terceras personas?, ¿discutimos mucho?, ¿nos reímos y divertimos?, ¿Cuándo está lejos de mi lo echo de menos?.
Estos son todos interrogantes útiles para determinar el grado de relación que se tiene y salvarla en caso de que sea necesario. No hay que olvidar que un tiempo para el otro es también un espacio íntimo para uno.
No sería una sorpresa que aquel que quiere regresar ya no tiene su lugar reservado”, finaliza diciendo el profesional.
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