EL
VALOR DE LA TIERRA
A raíz de algunas operaciones de
compra-venta de campos, injustificadamente llamadas inversiones, en la zona
cordillerana patagónica, se ha generalizado una metodología de valuación de
las propiedades basada en la improvisación a partir de supuestos valores
alcanzados en operaciones conocidas superficialmente y en otras solo
sospechadas.
La
principal variable que determina tales precios por hectárea no es la renta
fundiaria calculada sobre la base de la producción tradicional sino factores de
decisión basados en parámetros la más de las veces subjetivos: la mística de
la Patagonia, el renombre alcanzado como tierra prístina, las operaciones
realizadas
por "famosos", etc.
El
valor de la tierra en otras partes del mundo es determinante pero más lo es el
origen extra-rural del flujo de capital.
Cada vez que ocurre una operación de compra-venta se la califica como inversión.
Cabe aclarar que si bien son pocas, hay algunas inversiones de capital por parte
de compradores del extranjero.
No
obstante estas excepciones, la mayoría de las operaciones comienzan y terminan
en el acto mismo de traslación de dominio.
Claro es, que en el mundo de los negocios, mal que nos pese, las operaciones
concretadas hablan de un umbral posible.
Quiero
señalar la enorme diferencia que hay entre invertir y comprar.
Invertir
significa como la palabra lo indica, dar vuelta, cambiar la situación, pasar de
un estado económico a otro, supuestamente mejor y perdurable.
Comprar
en cambio, todos sabemos que significa un cambio en la titularidad de un bien
pero no por eso de la situación económica el mismo cuando de bienes
productivos se trata.
Las
verdaderas inversiones traen la posibilidad del progreso.
Fuente:
Oportunidades inmobiliarias (suscríbase ahora haciendo clic
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