Cuando los videos musicales y sus letras, incluyen contenidos violentos,
de alusión a las drogas o los excesos de alcohol, se dice que los
adolescentes
son influenciados en:
-la
consideración del suicidio como “salida” a los problemas
-el
uso de esas drogas y alcohol
-comportamiento
violento en conciertos
-violencia
oral, física y gráfica
-formas
de sexo diferente que incluyen el sadismo, el
masoquismo, el incesto, a los niños
que menosprecian a las mujeres y la violencia contra las mujeres
Pero si bien muchos adolescentes hacen caso literal a
ciertos discursos de su grupo musical, se sabe que las personas formadas con
ideales concretos, firmes y honestos, no son permeables a esos mensajes. Por el
contrario, un joven formado con buena educación, bien contenido, no puede
peligrar ante ellos.
En todo caso, la educación basada en la violencia no
es exclusiva de un tema musical. Por eso, siempre es fundamental hablar,
conversar, escuchar a sus hijos y hasta incluso, compartir esa música, tratar
de comprender en donde reside la devoción por ella, sin prejuzgarla ni reclamar
“eso es puro ruido, apágalo”.
Al escuchar las
letras y mensajes, discutir con ellos sobre el contenido y preguntar que creen
ellos al respecto. También es cierto que estar todo el día escuchando lo mismo
o encerrarse en ello exclusivamente, puede ser un síntoma peligroso y
suficiente motivo para consultar a un médico o psicólogo.
Como conclusión,
un joven feliz y saludable, con motivación y proyectos no es influenciable.
Pero si su comportamiento es destructivo y carente de amabilidad, la música
puede ser una forma de identificarse con algo en lo que cree, de mostrarse tal
cual es y decir qué es lo que piensa.
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