Cuando las mujeres empezaron a ocupar puestos de alta responsabilidad a partir
de los años 70, accedieron al poder imitando en su mayoría el liderazgo
masculino.
El
mayor exponente lo tenemos en Margaret Thatcher, Primera Ministra del Reino
Unido entre 1979 y 1990, que era conocida con el apodo “La Dama de Hierro”.
En
realidad, la reciente película protagonizada por Meryl Streep
suaviza exageradamente el personaje, al que todo el mundo tenía miedo.
Vivimos un momento en el que las mujeres llenan las universidades y obtienen las
mejores calificaciones, y además están plenamente integradas en la vida laboral.
Pero
esto no es suficiente para que desaparezcan las diferencias salariales ni para
evitar que la cuota de Directivas y no digamos ya de Consejeras siga siendo muy
baja respecto al número de varones. Es hora de romper nuestro “Techo de
cristal”.
¿Qué está impidiendo el Liderazgo de las mujeres?
Tras
un proceso socio-cultural de miles de años en el que las mujeres estábamos
llamadas a servir al hombre y a la familia, no es de extrañar que aún nos queden
muchas creencias y barreras por superar, relacionadas con nuestras parcelas de
poder.
Las
mujeres siempre nos hemos valorado según el amor, es decir, quienes y cuanto nos
quieren. De ahí que nuestro principal problema sea el miedo a no sentirnos
queridas, que nos impulsa a tratar de agradar a los hombres.
Esto
nos deja “fuera de juego” en lo que se refiere a las relaciones sociales,
tradicionalmente masculinas, que son en definitiva las relaciones de poder.
Qué es el síndrome de Maripili
En
2004, Carmen García Ribas acuñó el término “síndrome de Maripili” para definir
los síntomas que sufrimos las mujeres debido a nuestra carga cultural y social:
1)
Miedo a no complacer
2)
Miedo a no ser queridas
3)
Miedo a no cumplir los estereotipos
4)
Miedo al éxito
5)
Autosabotaje
Todo
esto nos lleva al llamado “Techo de cristal”, que nos impide seguir progresando
en nuestra carrera profesional a partir de determinado punto.
¿Cómo marcamos cada una nuestro “Techo de cristal”? Pues depende, algunas
dejando la carrera para dedicarse a los hijos, otras auto-boicoteando su carrera
para dedicarse a “algo menos estresante”, otras se las ingenian para dejar de
ascender…
Para cada una es diferente, pero nos ocurre a la mayoría, y lo más grave, de
forma inconsciente. Aunque sí tenemos un denominador común: el Estrés crónico.
Cómo superar el síndrome de Maripili
▪ Lo
primero es ser conscientes de esa carga cultural que nos acompaña y el Estrés
que añade al ya existente en el trabajo, la casa, la familia…
En realidad no se trata de que tengamos menor resistencia al estrés que nuestros
compañeros varones, el problema es que añadimos estrés extra a nuestra vida
laboral.
▪ Entender
que tiene solución. Tan pronto como tomamos consciencia de las cosas, tenemos la
posibilidad de ponerles remedio. En este caso, entendiendo que “Ya soy querida
por mucha gente”, no necesito esforzarme en que me quieran en el trabajo.
Cuida también el miedo a no cumplir los estereotipos, tratando de “ser tú
misma”.
En el mundo
profesional los ascensos no están relacionados con que todo el mundo te quiera.
Relájate en este sentido y tu nivel de Estrés se reducirá considerablemente y
dejarás de tener miedo.
Somos mujeres
fuertes, perfectamente capaces de ejercer el liderazgo femenino y de superar
nuestro techo de cristal.
“La
mujer tiene un solo camino para superar en méritos al hombre: ser cada día más
mujer.”
Ángel Ganivet
Por
Marta Morón
www.mujerlider.es
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