“Todos en algún momento hemos sentido
enfado provocado por alguien en particular.
Hay gente que parece haber nacido
solamente para molestar o incomodar constantemente con comentarios y actitudes
nocivas, pero hay que tener la suficiente grandeza y sabiduría para apartarse de
ellas, dejar atrás los hechos, las heridas y perdonar, ya que con esto se
logrará experimentar una paz increíble y se estará muy cerca de la verdadera
felicidad”,
sostiene la Licenciada en Filosofía, la argentina Candela Vargas.
El dedicarle más tiempo del normal a
las ofensas e injusticias recibidas solamente hace que el organismo y la mente
se enfermen.
“Los episodios de estrés tan
habituales hoy en día se originan en muchas ocasiones por malos pensamientos que
se generan en uno y que van dañando el propio cuerpo.
La vida es mucho más que un daño
recibido. Parece que es más importante atesorar esos recuerdos desagradables que
dedicarse a disfrutar de todo lo lindo que tiene la vida y la gente que nos
rodea”,
comenta la profesional.
Cómo aprender a
perdonar:
·
Lo primero que hay que hacer es
perdonarse a uno mismo. “Quien esté libre de pecado que arroje la primera
piedra.
Muchas veces la dificultad se encuentra en que no podemos perdonarnos a nosotros
mismos. Vivimos inmersos en un círculo de odio y rencor del que no podemos
liberarnos.
Nos cuesta acepta nuestras
falencias, intentamos ocultarlas. Cuando vemos estas mismas debilidades en
otra persona estallamos con mucha facilidad”, expresa Vargas.
·
Darse cuenta de que nadie es del todo malo ni bueno. “Todos somos humanos, en
consecuencia, imperfectos. Tenemos el derecho a equivocarnos y lamentablemente
en muchas circunstancias perjudicamos al otro.
Lo importante es poder subsanar el sufrimiento ocasionado.
El perdón sana y hay que aprender a pedirlo cuando nos hemos equivocado”,
explica Vargas.
·
Aprender a ser tolerante con los propios errores. “Si se tiene una actitud
compasiva con uno mismo, será más fácil ponerse en lugar del otro cuando nos
hiere. Perdonar no será tan complejo entonces”, opina la especialista.
·
Es conveniente poder hablar rápidamente cuando ocurre algo que no gusta.
“Este ejercicio es muy práctico para que el odio y rencor no se acumulen
eternamente dentro de uno mismo.
Exteriorizar los sentimientos y explicarle a quien ha causado el dolor lo que se
siente y el por qué, ayudan a poder descargarse y así darle la oportunidad a la
otra persona de pedir disculpas”, reflexiona la Licenciada.
·
Reflexionar profundamente sobre la importancia que se le da a las situaciones.
“Hay quienes se alteran por nimiedades y les dan el mismo valor que a episodios
mucho más graves.
Hay que tener una escala de valores lógica ya que uno puede ir acumulando odio y
sed de venganza hacia una persona que ni siquiera recuerda nuestro nombre”,
sostiene Vargas.
·
La postura conciliadora es la mejor de todas las actitudes que se pueden tomar
frente a un problema.
“Hay que recordar que ninguno de nosotros se halla exento de hacer sufrir
conscientemente o no al otro y que somos nosotros quienes tengamos que pedir
disculpas por algo que hemos cometido. Hay que ser benevolente y siempre ponerse
en lugar ajeno”, finaliza diciendo la experta.
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