A menos que usted sea un
físico-culturista
profesional, no tiene sentido pagarle
un solo centavo a un gimnasio.
Los gimnasios, como la mayoría de los lugares en los que malgastamos nuestro
dinero, forman una industria multimillonaria, que sumaba un valor de casi US$20
billones en 2008.
La cuota promedio de un gimnasio cuesta US$55 por mes y, sin embargo, en
promedio la gente sólo va al gimnasio 2 veces por semana.
Steven Levitt, autor de “Freakonomics”, duenta
en esa obra
que
un
70 % de las personas que sacan membresías anuales para un gimnasio sobreestima
la cantidad de veces que realmente van a utilizar las instalaciones.
De hecho, el 67% de las personas con membresías para gimnasios nunca las usan.
¿A quién engañamos? Así es, a nosotros mismos.
Antes de que existieran los gimnasios, ¿nadie hacía ejercicio? Por supuesto que
no. ¿Por qué correr en una cinta cuando puede correr al aire libre?
O, si desea ejercitar bajo techo, vaya al polideportivo local y corra alrededor
de la pista de forma gratuita.
¿Por qué levantar piezas finamente esculpidas de metal pesado? Simplemente
levante cualquier objeto pesado que encuentre y los resultados serán los mismos.
Ah,
¿le gusta nadar para hacer ejercicio? Bueno, ¿realmente el gimnasio es el único
lugar donde hay agua?
Ir al gimnasio se ha convertido en un símbolo de estatus y un lugar de
socialización. El gimnasio tiene más que ver con las conversaciones que uno
tiene que con el ejercicio.
¿Por qué está gastando su dinero, por muy poco que sea, para ir por ahí hablando
con la gente?
Y si usted realmente está haciendo ejercicio, necesita empezar a liberarse de la
trampa en la que los gimnasios lo han atrapado.
En lugar de gastar su dinero en un gimnasio, intente hacer ejercicios que puede
hacer en su casa, en un parque o en otros lugares gratuitos.
Pruebe con el yoga, la calistenia, trotar alrededor de la manzana o simplemente
salir a caminar.
Usted incluso podría incorporar el entrenamiento a su vida cotidiana. Cuando
esté en el supermercado, dé unas cuantas vueltas alrededor del local una vez que
haya terminado su compra.
Corra a la parada del colectivo en logar de caminar. Salte la soga durante una
pausa laboral.
Usted incluso puede tomárselo como un juego; por cada 30 minutos de GTA que
juegue, haga 10 flexiones. O cada vez que inicie sesión en Facebook, haga 15
estocadas.
Si todavía no está convencido y quiere continuar fingiendo que va regularmente
al gimnasio, al menos, aproveche estas técnicas para recortar el costo de las
cuotas de los gimnasios:
-
Pague mes por mes -
Consulte con su obra social para ver si le harán algún descuento por estar
asociado a un gimnasio -
Busque ofertas y promociones -
Pruebe las membresías gratuitas de prueba de varios gimnasios antes de
asociarse
Lo cierto es que, a menos que usted sea un profesional o una persona altamente disciplinada, un gimnasio casi siempre es un gasto innecesario y totalmente
antieconómico.
Vince
DelMonte, personal trainer y fisicoculturista, les enseña a los hombres y
mujeres como obtener músculos grandes y sexy, sin suplementos ni drogas,
mientras entrenan menos que antes. Es el autor de
Culturismo Sin Tonterías que
puedes encontrar haciendo
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