Las maneras más misteriosas de morir

Y otras no menos extrañas, y dignas de "Destino final"...


Muerte por un videojuego


La creciente
actividad en el ámbito de los videojuegos ha dado lugar a
preocupaciones acerca de la adicción a estos juegos.

Estas preocupaciones fueron
respaldadas en 2005, cuando un joven de Corea del Sur, falleció después de un
largo rato jugando la versión online del juego “Starcraft”.

El juego es muy
popular en Corea del Sur, y los jugadores populares son admirados.

En este caso
trágico, este hombre de 28 años había estado jugando durante casi 50 horas
seguidas en un cibercafé en Taegu, teniendo sólo breves descansos para dormir y
para ir al baño.

Fue llevado a un hospital tras sufrir un colapso, pero murió
poco después. La policía cree que la causa de la muerte fue un paro cardíaco
provocado por agotamiento severo.


Muerte por melaza


Esta no fue una muerte, sino 21 muertes, todas por la misma causa extraña. En un
día cálido de enero de 1919 en Boston, un gran tanque que contenía alrededor de
2,5 millones de litros de melaza explotó en

el
barrio de North End.

El tanque medía 15,2 metros de alto, tenía un diámetro de 27,4 metros y estaba ubicado en un paseo marítimo, en una zona que en ese momento
estaba poblada en gran medida por inmigrantes italianos.

Nadie está seguro de qué causó la explosión masiva, que hizo que el contenido
del tanque volara más de 60 metros.

Algunas de las muertes se atribuyen a la propia fuerza de la explosión, y es
imposible decir exactamente cuántas personas murieron en los días posteriores.

Pero sí sabemos que la explosión causó una pared de melaza de 7,6 metros de
altura, que fluyó a una velocidad estimada de 56,3 kilómetros por hora.

La onda pegajosa
alcanzó a personas mayores y las tragó, haciendo que se ahogaran en ese líquido
espeso de color marrón.

Se necesitaron varios meses para limpiar todo, y más de 100 demandas judiciales
fueron resueltas por casi US$1.000.000 seis años después del accidente.

Eso equivale, hoy en
día, a más de US$12 millones. Los residentes de este barrio afirman que todavía
se puede oler la melaza en los días calurosos de verano.

Muerte por el cartel de Hollywood

Hollywood ha dejado algo más que un par de sueños de fama y fortuna que no
llegaron a cumplirse. La más famosa de estas tristes historias probablemente sea
la de Peg Entwistle, una joven actriz de Gales.

Enwistle tuvo cierto éxito en el
escenario, incluso llegó a obtener papeles en Broadway, en la ciudad de Nueva
York pero, como tantos otros, se sintió atraída por las luces brillantes de
Hollywood, en el centro de Los Angeles.

Una vez en California, logró cierto grado de éxito, cuando interpretó un papel
en la película "Thirteen Women", pero la fama que deseaba todavía no llegaba.

Las proyecciones de prueba de la película no fueron aprobadas, y gran parte de
su trabajo fue eliminado del producto final. El 16 de septiembre de 1932, se
subió al famoso cartel de Hollywood por su acto final.

En ese momento, la señal
todavía decía "Hollywoodland" y no era más que un anuncio de un nuevo desarrollo
inmobiliario.

Entwistle dejó sus pertenencias, incluyendo una nota de suicidio,
en la base del cartel, y luego subió y saltó desde lo alto de la letra "H".

Su cuerpo quedó allí durante dos días antes de que fuera descubierto y
posteriormente identificado por su tío, que vivía en las colinas cerca del
cartel.

Muerte por una pila de chatarra

Dicen que la basura de uno puede ser un tesoro para otro hombre, pero todo se
puede salir de control si uno se convierte en un roedor.

Mucha gente asume en
parte esta tendencia, pero no hasta el punto en que puede resultar mortal.
Lamentablemente, no puede decirse lo mismo de los hermanos Collyer, de Nueva
York.

Langley y Homer Collyer se trasladaron al barrio de Harlem, en Nueva York, en
1909, cuando tenían alrededor de veinte años.

Hijos de una familia de clase alta,
los hermanos se volvieron cada vez más ermitaños con los años, y comenzaron a
acumular objetos.

¿Cuántas cosas acumularon? Se estima que había 180 toneladas
de "chatarra" en su departamento.

Candelabros
oxidados, cochecitos rotos, pianos, relojes arruinados y muebles abandonados se
apilaban en cada rincón de la casa.

Homer se quedó ciego en 1930 y quedó
postrado en cama debido a un reumatismo, allá por 1940. Su hermano menor se
preocupaba por todas sus necesidades, e incluso guardó cientos de miles de
diarios, con la esperanza de que Homer recuperara la vista.

Curiosamente, la casa también contaba con trampas explosivas, para evitar que
ingresaran intrusos.

Esto llegaría a ser la ruina de Langley, cuando tropezó con
una de las trampas y quedó enterrado bajo una avalancha de basura.

Incapaz de
ayudar, Homer sólo pudo morir lentamente de hambre, mientras su hermano yacía
muerto bajo el montón de basura.

La policía realizó búsquedas por todo Manhattan
durante semanas, antes de darse cuenta de que Langley estaba enterrado en su
propia casa.

Muerte por un fenómeno inexplicable

Lo que ocurrió exactamente para causar la muerte de nueve excursionistas en los
Montes Urales de Rusia, el 2 de febrero de 1959, sigue siendo uno de los más
notorios misterios sin resolver del país.

El 28 de enero, 10 alumnos del
“Instituto Politécnico Ural” partieron para realizar un poco de senderismo de
invierno. Uno de los miembros se enfermó y se quedó atrás, para recuperarse en
un establecimiento de montaña.


Los otros nueve nunca lograron salir del bosque, y lo que los investigadores
encontraron resultó aterrador y confuso.

Sus carpas abandonadas fueron halladas
desgarradas por dentro, medio enterradas en la nieve, con los zapatos y las
pertenencias de los estudiantes todavía en su interior.

Los dos primeros cuerpos
fueron encontrados al borde del bosque, descalzos y vestidos sólo con ropa
interior.

Los siguientes tres cuerpos fueron encontrados cerca, en condiciones similares.
Dos meses más tarde, los últimos cuerpos fueron encontrados enterrados en la
nieve a unos 75 metros de las otras víctimas.

Estos cuatro estudiantes tenían lesiones internas masivas, las costillas rotas y
los cráneos aplastados. A uno de ellos le faltaba la lengua.

Una cosa que
sorprendió a los investigadores fue el hecho de que no había señales de lucha ni
heridas externas. Las últimas cuatro víctimas llevaban puestas algunas prendas
de los otros, y se demostró que tenían altos niveles de radiación.

Las teorías abundan, especialmente en los últimos años: avalancha, presencia
alienígena y pruebas militares, para nombrar unos pocos ejemplos.

Los
expedientes fueron sellados hasta 1990, cuando se supo que otros excursionistas
habían avistado unas esferas brillantes de color naranja en el cielo de la noche.

Esto y la radiación de las prendas, lleva a la mayoría de la gente a creer que
se trató de ciertas travesuras militares secretas, a pesar de que el gobierno
ruso nunca ha admitido.