Nuestro cuerpo está formado por células.
Esta se dividen de forma regular para reemplazar a las envejecida o muertas y
mantener el funcionamiento de los órganos.
Hay una serie de mecanismos que indican
a las células si deben dividirse o no. Si estos mecanismos se alteran, puede
llevar a que las células se dividan sin control. Si además, invaden tejidos,
órganos o proliferan a otras partes del cuerpo puede dar lugar a un tumor
maligno, conocido como cáncer.
El cáncer de mama es el tumor maligno
más frecuente en mujeres y se genera en el tejido de la glándula mamaria. Nos
podemos encontrar con distintos tipo pero los más frecuentes son el carcinoma
ductal invasor y el carcinoma lobular invasor.
El riesgo de sufrirlo aumenta con la
edad. En caso de tener antecedentes familiares, el control debe ser mayor. El
hecho de no haber tenido hijos o haberlo hecho después de los 30 puede ser otro
factor de riesgo.
En caso de haber tenido una menopausia
tardía o un consumo de alcohol excesivo pueden aumentar los riesgos de padecer
un cáncer de mama así como la mala alimentación y la obesidad.
La sintomatología del cáncer de mama
puede ser de lo más variada, e incluso a veces no presenta síntomas evidentes en
las primeras fases. Por ello es recomendable acudir a los exámenes médicos.
A medida que avanza, pueden notarse
síntomas como la aparición de un bulto en la mama, cambio en su tamaño, textura
o color. Si notamos enrojecimiento o “piel de naranja” también debemos estar
atentas así como si notamos hinchazón de los ganglios linfáticos en la axila o
la pérdida de peso.
Las ulceras cutáneas y los cambios en el
pezón, son factores a prestar atención.