Cuando
los sabios
Taoístas se cuestionaban acerca de los aspectos debilitantes del
atontamiento post-eyaculatorio, ellos estaban buscando mejorar su salud
preservando su energía, o sea, su esperma. La respuesta fue practicar sexo sin
eyaculación, y la clave pasaba por el control.
El
músculo pubococcígeo situado cerca de la próstata es el mismo que se usa para
empezar o terminar de orinar. En la medida en que este músculo toma fuerzas el
hombre tiene más control sobre su momento de éxtasis.
El primer ejercicio para iniciarse en esta
práctica es detener la orina en medio del proceso. Esto puede producir una
pequeña punzada o un hormigueo al principio, pero luego de un tiempo esta tarea
(aunque suene desagradable), se vuelve fácil de realizar.
También se recomienda colgar una toalla sobre el pene erecto y hacer ejercicios
subiendo y bajándola.
El
próximo paso consiste en entrenar la circulación de la energía por todo el
cuerpo para canalizarla en su destino obvio, la intensa
energía genital.
Se
debe aprender a canalizar la energía con respiraciones profundas, abdominales,
soportando la necesidad de eyacular y dispersando la estimulación por el
cuerpo.
El sexo comienza en la mente. La mejor elección es conseguir una compañera
con quien pueda tener un alto grado de confianza y pasión, de lo contrario nada
de esto es útil.
Con
solo ejercitar estas dos técnicas (hay muchas más) sentirá una marcada mejora
en su vigor y por lo tanto en su auto-estima.
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