Adiós a una Dama

Yo,
desde chico la conocía de nombre y de fama. Creo haber visto algunas de sus
películas
por TV, y recordaba su voz cristalina, con la que fraseaba magníficamente la
letra de tantos tangos.

Y yo, que viví muchos años fuera de la Argentina, añoraba
a lo lejos los tangos que apenas escuchaba cuando estaba en Buenos Aires. ¿Será
que uno aprecia más lo suyo cuando no lo tiene cerca?

Yo
trabajaba como tripulante de una ya desaparecida compañía de aviación
norteamericana. Y un día, cuando me alcanzaron la planilla con los apellidos de
mis pasajeros de Primera Clase, ya que debíamos hacer lo posible para llamarlos
por su nombre, para hacerlos sentir más "como en casa", leí la
palabra "Lamarque".

Pregunté, y me informaron que esa pasajera era,
en efecto, la Sra. Libertad Lamarque. Era un vuelo largo, hasta Miami.

 Se
terminaron los servicios nocturnos, y sólo quedaba atender a los pasajeros que
permanecieran despiertos, antes de preparar el servicio de desayuno, antes de
nuestro aterrizaje, en la madrugada.

Pasé
en un par de ocasiones al lado del asiento de la Sra. Lamarque, noté que estaba
despierta, y le ofrecí algo para tomar. Me aceptó un té. Y yo le serví su té
y me quedé conversando, más bien cuchicheando, para no despertar a los demás
pasajeros, con ella un ratito.

Me pareció una señora encantadora: de sonrisa fácil,
de conversación amena, y que emanaba simpatía en todo momento.

Le pregunté si
vivía en Miami, pero me contestó que, en realidad, vivía en Miami cuando podía,
ya que su trabajo la hacía estar más en la ciudad de México que en su
domicilio de Miami.

Como yo, además, soy un admirador de México, país que he
recorrido de punta a punta en auto, hacen ya 45 años, y admiré desde siempre a
María Félix, Agustín Lara, Pedro Vargas, Jorge Negrete, Pedro Infante, y
tantos cantantes y actores que en cierto modo fueron la influencia que tuve para
aprender los pocos secretos que sé de una guitarra y de un bolero, cosa que le
comenté, la Sra. Lamarque me dijo que ella también quería a México, y lo
consideraba como su segundo hogar.

 Le pregunté por su ausencia de la Argentina
desde hacía tantos años (yo era muy chico cuando ella tuvo sus problemas con
la libertad de expresión del gobierno de Perón…) y evadió el tema. Me
explicó que era algo de lo que prefería no recordar, y me pidió que habláramos
de otra cosa.

 Tiempo después supe más de ese asunto, lo que me confirmó su
calidad de ser humano, y de la clase que nunca tuvo su antagonista.

Fue
una conversación muy corta. Apenas unos minutos dentro de una vida. Una vida
que se prolongó 92 años de llevar la frente bien alta, como correspondía a
una dama, no a una diva, porque su perfil, aunque supiera que era famosa en todo
el mundo hispano-parlante, no permitía que dejara de ser la Señora que era, y
que prefiriera permanecer en un semi-anonimato a pretender escalar
vertiginosamente las escaleras de la fama.

Una fama que le hubiera
correspondido, ya que ella, y Gardel, fueron, quizás, parte de lo que cimentó
el arte argentino en el mundo. Gardel se fue pronto, en Medellín, Colombia.

Y
Dios permitió que la Sra. Libertad Lamarque partiera hacia la eternidad desde
su querida ciudad capital de México, que la albergó en momentos difíciles, y,
como ella misma lo expresara, fue su segundo hogar, y el que ella eligiera para
morir, en su casa.

Filmografía
de Libertad Lamarque: