En
aquellas épocas no existía el
divorcio, ni siquiera asomaba la globalización.
La distancia entre padres e hijos estaba medida por el respeto y la jerarquización
de la autoridad, y como dos rieles paralelos, había que esperar al infinito
para verlos juntarse.
¿Dónde
está el infinito?
La
llegada de los nietos, funciona como aglutinante de dos generaciones separadas
afectivamente por las circunstancias históricas y unidas por el amor hacia una
nueva persona.
Con
la llegada de la modernización, los vínculos entre padres mayores e hijos,
también padres, se fueron flexibilizando. Ese período de apaciguamiento, se
termina de concretar en el momento en que un nieto nace.
Se
genera una relación de apoyo mutuo, dejando atrás los conflictos pasados y
caminando por un sendero parecido al de la amistad. Está en juego la privacidad
e independencia, pero también la demostración del amor que antes no se
manifestaba.
Existen
otros disparadores para este tipo de relaciones entre
madres e hijas: la
separación de la mujer de su marido, en donde se da un fenómeno bastante
particular que consiste en la incondicionalidad de la “abuela” para con su
hija o hijo (se da más en el caso de las mujeres).
Es
que este fenómeno de divorcio es nuevo para las personas mayores de 60. Antes,
una pareja no consideraba la posibilidad de alejarse uno del otro por “no
amarse más” o por “conflictos de convivencia”, todo era más encubierto,
especialmente cuando había una criatura de por medio.
El
fenómeno de las madres solteras, es otro de los disparadores en la
intensificación de los vínculos entre madres e hijas.
El
cuidado del nieto,
mientras la mujer sale a trabajar para sustentarse; la crianza y educación,
llevarlo al colegio, etc. son todos factores que unen a dos generaciones
alejadas circunstancialmente por una cultura pasada y diferente.
Los
abuelos reciben a su nietos como una “segunda oportunidad” y como el premio
a tantos años de esfuerzo en la crianza de sus hijos. La relación de unidad
entre padres e hijos, comienza con la llegada de una responsabilidad
compartida… bienvenida sea.