Los llamados “alimentos GE” ( genetically
engineered), también denominados
como GMO ( genetically modified organisms), fueron desarrollados a partir de la idea básica de que serían capaces
de:
1) incrementar la
resistencia vital orgánica
y la vida media de muchas
especies vegetales ( por ejemplo: evitar la descomposición relativamente rápida
de los tomates);
2) alterar la composición de ciertos aceites ( soja y canola);
3) transformar a variadas especies de legumbres en variedades resistentes a
los pesticidas ( cereales, patatas y calabazas varias);
4) permitir el uso más extensivo e intensivo de los pesticidas habituales
en los cultivos de la soja, el algodón, los cereales, etc. ;
5) incrementar la fertilidad de los animales de granja alimentados con
“canola” como especie forrajera.
Estos son tan solo algunos de los objetivos prácticos
que sustentan desde la óptica de la ciencia agropecuaria, el uso abusivo de las
técnicas de bio-ingeniería y de manipulación genética.
Pero los problemas de salud asociados con la GE
de los alimentos, incluyen entre los más frecuentes: las alergias y variados
efectos tóxicos.
Las patatas resultantes de la GE (patatas Russet)
contienen un pesticida genéticamente diseñado en su interior (por eso no
requieren del uso de pesticidas en su cultivo), por consiguiente, quienes
consumen ese tipo de patata están consumiendo al mismo tiempo el pesticida.
El “tofu”, la “leche de soja”, los
batidos a base de proteínas de soja, las papillas para bebés a base de soja,
etc., contienen soja GE a menos que las etiquetas digan lo contrario.
En USA, el Nutrasweet utilizado en gaseosas,
jugos diet, y otros productos dietéticos,
el aceite de algodón, las papayas, el cuajo del queso y las radichetas entre
muchos otros productos, están elaborados en base a materias primas procedentes
de la manipulación GE.
Cuando
en la etiqueta de cualquier aceite dice “aceite vegetal”, seguro que
contiene una proporción variable de aceite de Canola (procedente por lo general
de la ingeniería genética), y está demostrado que ese aceite no es seguro
para la salud. Siempre es conveniente recurrir al aceite de oliva, pues no
existe ninguno que responda a técnica GE.
El aceite de maíz, la maicena ( o almidón de maíz)
y el jarabe de maíz son elaborados en base a granos diseñados por ingeniería
genética. La lista de alimentos modificados genéticamente crece día a día,
como también aumentan paralelamente los reportes acerca de los probables
trastornos derivados del consumo de estos productos.
Entre los trastornos más frecuentes atribuibles
a este tipo de productos, puedo por ahora enumerar:
1) los
porotos de soja
marca Pioneer Hybrid, que
en Gran Bretaña fueron retirados de la venta a causa de la alta incidencia de
reacciones alérgicas intensísimas que produjeron. Lo que se desconoce aún es
el tipo de efectos a largo plazo que pudieran acarrear.
2) En 1989, un alimento suplementado con
triptofano genéticamente modificado, produjo 37 muertes y dejó con graves
secuelas a otras 1500 consumidores. Se escribieron cientos de artículos científicos
respecto a este desastre.
Cuando se efectúa una modificación en el ADN ,
y se le inserta un gen extraño a esa especie, en una secuencia particular, ese
gen puede influir sobre otros genes, y desencadenar una verdadera cadena de
transformaciones genéticas dentro de las células del organismo del consumidor.
Al menos eso es lo que la ciencia médica está tratando de confirmar o
refutar. Hasta tanto se obtengan conclusiones firmes, se debería
desconfiar de los efectos a largo plazo de este tipo de consumo.
3) El 90 % de los productos GE del mercado son
resistentes a los herbicidas, lo que significa que admiten el uso de mayor
cantidad de químicos en el medio ambiente, y que resisten mucho más el ataque
de los insectos.
Cada célula de esos vegetales Ge, contienen una
toxina diseñada genéticamente para actuar como insecticida, la cual al ser
ingerida por algún insecto parásito de ese cultivo, lo envenena y mata, pero
también mata a otros insectos que no son habitualmente dañinos para los
cultivos, ni que hablar de lo que hipotéticamente pueden hacer a quienes
consumimos esos productos.
En un estudio publicado en el Journal of the
American Cancer Society (Marzo 15, 1999) se concluye que la exposición al
consumo del poroto de Soja de marca Roundup (que son capaces de sobrevivir a
masivas dosis del herbicida de esa misma marca, uno de los más usados del
planeta), incrementan el riesgo de padecer un Linfoma No-Hodgkin.