La mayoría de los
adolescentes, en una cierta etapa de sus vidas, desafiarán abiertamente los
consejos y jerarquía de sus padres, así como de otras figuras de autoridad.
Algunos chicos, necesitarán de una asistencia terapéutica, para poder encontrar
las raíces que los hacen mantener una actitud hostil con el resto del mundo,
pero en la mayoría de los casos, bastará con que los padres sepan amoldarse a
los nuevos tiempos, anticipándose a los cambios cuando su hijo todavía es un
niño, o bien cambiando radicalmente su actitud cuando estos ya comienzan a
exhibir un comportamiento muy diferente al habitual.
La clave para enfrentarse
a este tipo de adolescentes rebeldes, será evitar la confrontación, ser
paciente, y reconocer que usted ya tiene un hijo adolescente… El punto más
importante para recordar, es que la mayoría de los adolescentes finalmente
atravesarán esta fase y volverán a ser personas racionales y sensatas en su
forma de actuar.
La principal razón de las
actitudes de
rebeldía que muestran muchos adolescentes, es por el hecho de que
estos chicos necesitan demostrar que ya han dejado la niñez y que nada es para
ellos como antes, con lo que creen que encontrarán así su lugar en el mundo
adulto, un espacio dónde piensan que se encuentra la mejor parte de las cosas.
Pero como niños que aún
son, los adolescentes no podrán conocer los límites de su comportamiento sin
primero explorar los bordes. Nadie nace con un sentido natural de lo correcto y
lo incorrecto, sino que aprendemos mediante el ensayo y el error, a medida que
maduramos.
En consecuencia, la mayoría de los adolescentes solo necesitarán de
esta etapa de sus vidas para aprender todas las lecciones que la misma les
enseñará, y encontrar así su lugar y comportamiento adecuado.
Pero… ¿Por qué esto
siempre parece darse en los adolescentes y no en los niños más chicos? Esto es
así porque los adolescentes están aprendiendo a ser adultos, no niños, pues
ellos ya saben como ser niños.
Pero claro, los adultos tienen mucha más libertad
que los niños, aunque también entienden, -a menudo mediante amargas
experiencias-, que la libertad también implica responsabilidades y
enfrentamiento con el mundo real. A los más chicos, los padres los protegen del
mundo real, pero los adolescentes no pueden estar siempre, ni necesariamente
desear, siendo protegidos contra este mundo real exterior.
Enfrentarse con los hijos
adolescentes casi nunca funciona, sino que solo les otorga una oportunidad para
probar su voluntad y fuerza. Hablar armoniosa y adecuadamente sobre sus nuevos
comportamientos, siempre funcionará mejor, aunque no necesariamente servirá con
todos.
Al hablar del comportamiento con su hijo adolescente, hable del
comportamiento en general, y no de su comportamiento en un cierto detalle, para
que ellos pueden ser lo más objetivos posible, y no sientan la necesidad de
proteger su postura.
Pero, cuando saque a la
luz este tipo de temas con los adolescentes, esté preparada con argumentos en la
manga para entrar en la discusión, pues seguramente ellos le retrucarán cada
punto que usted les cite; recuerde, ellos no tienen los años de experiencia que
usted ha acumulado para llegar a esa sabiduría, por lo qué debe saber que nunca
podrán mantener una discusión simétrica con su persona.
Por eso, no solo imparta
su sabiduría de manera expresa y directa, sino también hágales preguntas que los
conduzcan a ellos a lograr su propia sabiduría.
Otro aspecto a tener en
cuenta al manejar la rebelión adolescente, es el daño que todos en la familia
podrían sufrir a raíz de las discusiones.
Al ocuparse de un determinado
comportamiento, piense cuan realmente importante es ese punto. ¿Es un pelo
teñido de naranja o un atuendo totalmente negro, un ítem verdaderamente
importante, que justifique iniciar una discusión con el adolescente? ¿Quién es
él que sale beneficiado de esta discusión? Puede ser algo embarazoso caminar en
la calle junto a él, ¿pero es realmente dañino?
La misma sociedad será la que,
tarde o temprano, le mostrará las conveniencias de cambiar de “modista y
estilista” en su próxima visita a la tienda de ropas y peluquería (y tal vez
también le quite la rebelión, ¿recuerda lo de Sansón y el pelo largo?) o
directamente le hará la vida lo suficientemente difícil (por ejemplo, mediante a
imposibilidad de conseguir un trabajo, y así independencia), como para que el
adolescente desee cambiar.
Si, por otra parte, el
adolescente está demostrando un comportando peligroso, para sí mismos o para los
demás, entonces sí será necesario tomar una cierta clase de acción, pero, en lo
posible, no de confrontación.
La paciencia con los
adolescentes tal vez sea algo difícil de conseguir, pero sin dudas es vital. Al
igual que el perdón. Los padres necesitan ser firmes pero justos con los
adolescentes rebeldes. La clave es tratarlos como adultos, pero a la vez
protegerlos como cuando eran niños, y estar allí cuando ellos necesiten de
nosotros.
Los padres necesitarán a
veces explicarle a su hijo adolescente que ellos (los padres) le demandarán un
comportamiento adulto, pero que están dispuestos a ayudarles a lograrlo,
supervisándolos y perdonándolos cuando lo crean necesarios.
Si les da permiso
para que ellos se manejarse como adultos al enfrentarse con usted, esto también
significará que podrá exigirles y demandarles ese mismo comportamiento adulto
cuando se trate del dinero, del cuidado del hogar, de las responsabilidades
frente a los demás, etc.
Será en ese momento
cuando entenderán que aún deben contar con su sabiduría y experiencia. Lecciones
sutiles como esas, podrán tomar tiempo, pero casi seguro que funcionarán.
Por el
contrario, gritar y hacer escenas de película, solo les enseñará a manejarse de
la misma manera, y difícilmente internalizarán la lección. Recuerde que el
verdadero aprendizaje, no se logra oyendo gritar a alguien, sino en cada minuto
de la vida misma.
Los adolescentes están en
una edad en donde el mundo ya no les parece ser tan grande como antes, y de
hecho algunas personas que en algún momento les resultaron modelos o ídolos, hoy
en día pueden resultarles absolutamente pequeña e insignificante.
Con respecto a
los padres, los adolescentes tampoco responderán a sus amenazas de la misma
manera en que podían llegar a hacerlo cuando eran niños pequeños.
Y es justamente en
relación a esto que la mayoría de los padres suelen a menudo complicarse en el
trato con su hijo adolescente. Estamos hablando, sobre todo, de su lentitud para
responder al nuevo contexto, sin admitir que los mecanismos utilizados en el
pasado pueden ya no funcionar más.
En efecto, los
adolescentes suelen cambiar más rápidamente que sus propios padres, por lo que
el conflicto simplemente puede surgir porque el padre no acepta que ya no está
tratando ni hablando más con un niño grande, sino con un adulto joven. Esté,
entonces, preparado para estos cambios cuando su hijo se vaya acercando a su
etapa adolescente, tratando de no esperar hasta que el mimos llegue
definitivamente allí.