La terapia con hipnosis

Ventajas y limitaciones de una técnica que gana cada vez más adeptos

 

Las técnicas de hipnosis
que se utilizan para situaciones conflictivas se basan en la teoría que define a
la hipnosis como una situación de transfert, que define a la misma como la
repetición, hacia el analista, de actitudes emotivas inconscientes, adquiridas
por el paciente en el curso de su infancia con respecto a ciertas personas muy
cercanas a él, en especial sus padres.

No sólo una actitud afectiva, sino todo un modo de obrar es "transferido" desde
las circunstancias infantiles hasta las presentes.

Ese transfert significa también el establecimiento de condiciones en las que
ciertas funciones que se habían desarrollado actualmente en el Yo o en el
Superyo, vuelven a ser realizadas en el mundo exterior por una persona real.
De esta manera, el transfert se desarrolla y efectúa sobre planos regresivos.

Freud decía que durante la sesión de hipnosis se produce una "remoción de los
instintos", y una traslación de éstos para lograr por medio de la interacción
con el operador, un despertar de imágenes y de sucesos trascurridos o incluso
desaparecidos de la memoria consciente.

El paciente se aparta así de la realidad objetiva, y logra una suspensión de la
facultad de crítica, que desembocaría finalmente en el regreso de la energía
utilizada en la supresión de alguna función, con el consiguiente retorno tanto
de la conciencia sobre el orígen de un mal como la visualización posterior de la
solución más natural ( liberación del conflicto).


El valor del hipno-análisis reside en que por su intermedio se pueden llegar a
encontrar las vías de acceso que abre no sólo a la personalidad psíquica
profunda, sino también a la personalidad somática y visceral.

Desgraciadamente, en este campo, conocer no es lo mismo que curar.
El paciente queda muchas veces convencido de la psicogénesis de sus trastornos,
pero éstos pueden seguir persistiendo; no porque el paciente se haya convencido
del origen sexual o no sexual de sus disturbios, éstos se van a disipar como una
niebla al llegar el mediodía.

Para obtener la curación es necesario operar sucesivamente con la persuasión y
con la sugestión.
Esto significa que sin el psicoanálisis que debe seguir de cerca a la sesión de
hipnosis, sería imposible efectuar una modificación fundada en las fuerzas
psíquicas actuantes en el paciente.

Lo que le estoy diciendo es que si se decide por una de estas técnicas, trate de
que se aproxime lo máximo posible a un verdader "hipno-análisis", que combinaría
(según sostienen Hadfield y Wingfield) la catarsis hipnótica y la indagación
psicológica efectuada bajo hipnosis, con una análisis serio y profundo de cada
elemento hallado bajo trance, al finalizar cada sesión.

La hipnosis se transforma así en un instrumento delicado e incomparable a la
hora de encontrar una verdad, pero se debe ser consciente de su valor y de sus
límites.

Mientras que para los psicoanalistas la eliminación de un síntoma neurótico,
resultado de un compromiso y de un conflicto, no sirve si no se modifica la
problemática subyacente, los hipnotistas piensan que en muchos casos, cuando el
síntoma se ha estructurado durante años, se ha vuelto independiente de la
problemática que lo originó.

Por ello consideran de mucho valor lograr una
supresión de esos síntomas por medio de una hipno-terapia descondicionante y
condicionante.
Cada sistema tiene sus ventajas y sus límites.

Si la disfunción patológica está muy profundamente organizada en el "soma"
(cuerpo) y en las vísceras, se podría llegar con la hipnosis a abrir el camino
al Yo somático y visceral con rapidez y profundidad, ya que en la realidad es
muy impreciso el límite entre lo somático y lo psíquico, entre lo normal y lo
anormal.

La colaboración de ambas técnicas de análisis pueden llegar a brindar un mayor y
mejor conocimiento de la naturaleza humana.