En
la noche mas larga del año, la Iglesia rememora el nacimiento de Jesús. Y lo
hace celebrando la eucaristía tres veces: a la medianoche, al alba y al mediodía
.
Esta costumbre viene de Jerusalén donde se celebra la vigilia en Belén.
La
denominación de MISA DE GALLO parte de una antiquísima historia que dice que el
primer ser vivo que presencio el nacimiento del niño Jesús en la cueva de Belén
y lo comunicó al mundo, fue un ave.
Para algunos, un pájaro ermitaño o cabañero…para otros un gallo, debido a su
potente voz y a su función diaria como encargado de notificar a los humanos el
amanecer.
Otros relatos afirman que el gallo estaba instalado en lo alto del establo y se
ocupó de pregonar la buena nueva a los cuatro vientos, comenzando por el buey y
el asno, seguidos de los pastores y sus ovejas, hasta llegar a la gente del
pueblo.
Desde el punto de vista simbólico, el gallo representa un signo solar en la
mayoría de las culturas y se lo relaciona con la fecundidad y el nacimiento.
En
el Cristianismo es el emblema de Jesucristo por ser el mensajero de la luz y la
resurrección.
Y
es por todas estas historias que en los templos, hasta principios del siglo
pasado fue habitual que la llegada de la medianoche fuera anunciada por un
gallo. A veces era suplantado por el canto de un niño, pero siempre debía estar
dicho animal presente junto a un pastor para rememorar fielmente ese momento.