Los perros y el divorcio

Los perros también sienten. No pueden expresarlo con palabras, pero ello no quita que, al igual que nosotros, gocen, sufran, se estresen o depriman. ¿Qué pasa, entonces, cuando un perro sufre la separación de sus dueños?

Por
empezar, no todos los perros reaccionan del mismo modo. Están aquellos que
entran en una depresión severa, que les provoca la falta de apetito, algo que
puede conducirlos a la muerte.

Sin embargo, la mayor parte de ellos suele
sobrellevar el transe, y luego de un período de duelo, ubica a otra persona
para ocupar el lugar que su amo dejó vacante.

Por
supuesto que también influyen las razones de la partida del amo. Un perro que
se crío en una familia, ha desarrollado una gran intuición sobre la misma, y
puede detectar si la partida del amo se debe al fallecimiento del mismo, a un
viaje, o a una
separación.

Esto es así porque pueden captar que es lo que está
sucediendo en la familia, es decir sí la misma esta de duelo, o simplemente
triste por una ausencia temporaria.

Previniendo

Estas
situaciones, se pueden prevenir desde la misma adopción de la mascota. Por
empezar, sería ideal que dos o más personas en la casa, compartan el liderazgo
del animal. De esta manera, los perros nunca sentirán que tienen un solo amo, y
ante la ausencia del mismo, lo reemplazaran rápidamente por el otro.

Si
la ausencia puede ser prevista (es decir, que no se debe a un fallecimiento o
enfermedad severa), se puede comenzar a trasladar el dominio del animal.

Esto se
logra trasladando a otra persona en el hogar la responsabilidad de darle de
comer, sacar al animal, e incluso jugar con él. Tal vez sea algo duro para el
amo tener que permanecer más indiferente frente a su querido perro, pero debe
saber que lo está haciendo por su bienestar futuro.

O
curando

Pero
si nada de lo señalado anteriormente pudo ser realizado, también es posible
ayudar al perro en su “duelo”. Para los caso más severos, se ha probado
asistir a los perros con antidepresivos, algo que ha dado buenos resultados en
varios casos.

Pero
para la mayor parte de ellos, alcanzará con que algún miembro de la casa tome
el papel del dueño, y lo mime más de lo que lo hacía anteriormente. Esto
significa darle de comer, jugar con el “pichicho”, hablarle (¡Sí,
hablarle!) y, si no le molesta, dejarlo dormir en la cama de uno.

De
esta forma, en uno o dos meses, el perro recuperará la alegría que lo
caracterizaba, y lograra trasladar la figura de su anterior amo (no olvidarla,
solo trasladarla) en una nueva persona.