Es muy
común que, al cruzar la barrera de los 35 años, comencemos a notar muy molestas
la aparición de arrugas
y surcos en la piel.
Luego,
nos empezamos a irritar por la aparición de manchas y tonos de piel más opacos,
para descargar un grito de furia cuando notamos que, finalmente, la piel ha
perdido elasticidad y firmeza, a causa del bajo nivel de hidratación.
Por esto mismo, los
institutos y laboratorios de belleza están invirtiendo cada vez más dinero para
estudiar y tratar los procesos de envejecimiento de la piel, entre los que se
incluyen, como principales causas, la deshidratación y la oxidación, así como
una mayor lentitud en la renovación celular.
Envejecimiento de la piel: los tres factores principales
Muchos de estos estudios, han demostrado que la
sequedad de la piel es consecuencia de la reducción de los agentes
hidratantes.
De esta forma, además de bajar los niveles de
reservas de agua, también se reducen otros elementos como los aminoácidos o las
proteínas, lo que provoca la pérdida de las estructuras de cristal líquido, que
da como resultado una piel menos luminosa y más apagada.
Con respecto a la oxidación, se puede
afirmar que su principal causa es la desnaturalización molecular.
Este proceso
tiene que ver con un proceso de debilitamiento de la pared celular, cuya causa es,
principalmente, la destrucción del colágeno y la elastina por parte de los
radicales libres, lo cual provoca que la epidermis pierda elasticidad y firmeza.
Además, se reduce la capacidad de regeneración de la piel, y aumentan las
arrugas.
En último lugar, existe un mayor tiempo de renovación
de la piel, a causa, justamente, de la mayor lentitud para la renovación
celular, un problema que se intensifica con los años. Al hacer más lenta esta
renovación celular, el tejido epidérmico pasa a ser más fino.
Por lo tanto, el espesor del estrato corneo de la epidermis -es
decir, la capa exterior de la piel que actúa como su principal protección frente
a lo agentes externos-, pasa a ser más frágil.
Por último, la alteración de todo el metabolismo
provoca además que, tanto la conformación como la composición celular sean
irregulares, dando lugar, entre otras cosas, a la aparición de pequeñas manchas
y cambios en la pigmentación.
Además, cuando la renovación celular requiere más
tiempo, disminuyen la cantidad y calidad de las fibras de colágeno y elastina,
lo que se traduce en una disminución de la elasticidad y firmeza de la piel, con
lo cual aumentan las arrugas.
Sí… tiene solución
Pero como mencionamos anteriormente, los
laboratorios han creado, en los últimos tiempos, una gran cantidad de productos
para contrarrestar estos efectos, que actúan principalmente proveyendo a las
células diferentes defensas antioxidantes.
Uno de los últimos descubrimientos, es el
extracto de abedul blanco, un compuesto natural que fortalece el sistema natural
de elasticidad de la piel, manteniendo su colágeno y elastina.
Por otra parte, otro laboratorio han
lanzado al mercado unas cápsulas con compuestos naturales que mejoran la
elasticidad y el tono muscular tras un tratamiento que va desde las cuatro a las
ocho semanas. Estas cápsulas están compuestas por un nutracéutico que aporta las
enzimas antioxidantes perdidas con el paso del tiempo.
También se puede optar por tratamientos
integrales anti-edad que actúan durante las 24 horas del día. Estas aplicaciones
comienzan con una sueva loción para preparar a la piel para los demás productos.
Luego, se aplica una crema antienvejecimiento diurna y un tratamiento nutritivo
nocturno.
Además, posee una crema gel para aplicar en los bordes de los ojos, un
suero específico para toda la piel del cuerpo, una crema hidratante para las
manos, y una loción que estimula la exfoliación.
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