Los avances científicos y tecnológicos del último siglo han generando una
transformación social : ampliar la expectativa de vida de los seres humanos.
Los descubrimientos médicos han permitido acercar soluciones ante muchas
enfermedades endémicas, ha logrado disminuir la mortalidad infantil y generado
diversos tratamientos e indicaciones sanitarias.
La aparición de recursos técnicos-mecánicos ha influido en la vida cotidiana de
la población brindando recursos y artefactos –hoy indispensables- para favorecer
mayor eficiencia en las tareas diarias, mejor confort y bienestar logrando
iguales resultados en menos tiempo.
El profesionalismo de la mujer, la independencia económica y del ámbito
doméstico, el involucramiento del hombre en las tareas hogareñas y en el
cuidado de los hijos, así como el impacto de los medios de comunicación e
información en la vida diaria -acortando distancias y permitiéndole a las
personas vivenciar, al instante, lo que ocurre en otros puntos del planeta , han
generado una transformación cultural y social a la cual necesariamente debemos
adaptarnos día a día.
Ninguna persona –no importa la edad- es indiferente a esta revolución cultural.
Sin embargo podemos decir que las nuevas generaciones- que ya nacieron en esta
sociedad mediatizada y postmoderna- les resulta más sencillo adaptarse a las
nuevas propuestas.
¿Qué ocurre con los Adultos Mayores?
Han nacido en las primeras décadas del siglo XX y han tenido que aprender y
desaprender muchas de las costumbres adquiridas en su infancia para poder
adaptarse a estos cambios tan vertiginosos. En este transcurrir llegan a esta
etapa de su vida donde , atravesados por presiones sociales, económicas y
culturales, parecieran no encontrar un espacio propio, incrementando los efectos
vivenciados por el natural paso del tiempo.
Poniendo en claro algunos temas:
Llamamos “ciclo de vida” a las diferentes etapas por las que atraviesan las
personas desde su nacimiento hasta la muerte.
Cada etapa tiene características que le son propias y que requieren de una gran
cantidad de estrategias, habilidades y competencias para superarlas y adaptarse
a los estímulos del contexto.
Pensemos en la crisis de la infancia: aprender a ser autónomos, a
caminar, a comunicarse, a aprender el código lingüístico de su cultura, etc.
Qué decir de la crisis adolescente : quienes en busca de su propia
identidad ,deben romper con los modelos familiares y emprenden una serie de
duelos para elaborar tantas pérdidas de la infancia .Al mismo tiempo ganan
fuerzas para seguir construyendo su mundo y prepararse para el de los adultos.
También nos encontramos con la crisis de la edad media : etapa de logros
profesionales, de una relativa solvencia económica, de la conformación de una
familia y el crecimiento de los hijos. Aquí se suceden momentos de satisfacción
por los logros alcanzados y el duelo por los no cumplidos, por las conocidas
“asignaturas pendientes”.
Llegamos entonces a la crisis de la vejez donde también deben elaborarse
ciertas pérdidas y reorganizar las actividades y vínculos existentes como así
también ser capaces de generar nuevas relaciones.
La pregunta que nos hacemos es: ¿cómo se transita este proceso de
envejecimiento?. ¿Como un hecho temible y dramático o como una etapa más de la
vida, con proyectos a futuro, basados en la larga experiencia, paciencia y
sabiduría de los años vividos.?
Sabemos que cada persona vivencia su propio envejecimiento de acuerdo a su
historia personal, al contexto en el que vive, a la educación recibida, a las
pautas culturales acerca de la vejez y a la concepción que de “viejo”han
sostenido durante la juventud. Pero también dependerá de sus cualidades
personales, su capacidad de adaptación a los cambios, a su estilo de vida y a su
mirada hacia el futuro .
El proceso de envejecer
Pensemos que “ envejecer” es un proceso que se inicia desde que nacemos.
Este proceso integra aspectos físicos, psicológicos, sociales y culturales que
se influyen mutuamente y condicionan las conductas, las competencias y el
desarrollo en general.
En cuanto a los factores biológicos, podemos pensar en un gradual desgaste
físico-orgánico que –en la vejez-no necesariamente debe entenderse como
impedimentos para continuar activos.
Los factores psicológicos influyen en el autoconcepto en cuanto persona activa,
protagonista de una historia personal atravesada por afectos, sentimientos
,deseos y placeres que condicionan la relación con los otros y con su propia
autoestima. En la vejez no necesariamente desaparecen ni conducen
a una desvalorización, inseguridad o depresiones ante las miradas prejuiciosas
del imaginario social .
Los factores sociales y culturales específicamente occidentales en constante
cambio han transformado el concepto de vejez, el rol del hombre y la mujer
mayores , creando nuevos términos como “ tercera edad”,” gerontes”- entre otros.
En estos últimos años ,la cultura postmoderna y mediática, la del consumismo,
la virtual ha valorizado” la eterna juventud” en desmedro de otros valores como
el juicio, la experiencia, la sabiduría, la serenidad… En la vejez,
esta mutación ,no necesariamente debe entenderse como obstáculos insalvables
para los adultos mayores de hoy.
Ideas para acompañar al “no necesariamente”:
En los grupos de Re- encontrándo- nos ,no hemos encontrado para
beber, el agua de la “fuente de la juventud” pero sí algunas “ ideas” factibles
de llevarlas a cabo:
Comprender, aceptar y adaptarse a las nuevas situaciones mostrando la mayor
apertura a los cambios.
Aceptar las nuevas situaciones con una actitud positiva mostrando interés y
capacidad crítica.
Mantenerse saludable, alimentarse correctamente, participar en grupos sociales ,
comunicarse con otros y realizar ejercicios físicos : “caminar” no tiene
contraindicaciones, es voluntario y fundamentalmente ¡ gratis!
Estar ocupados, mantenerse activos y “romper con las rutinas “
Superar los “prejuicios” que la sociedad sostiene para con los adultos mayores ,
participando de experiencias culturales-sociales donde en compañía con otros,
realizamos actividades que desarrollan nuestras capacidades cognitivas,
jerarquiza nuestra autoestima, nos invita a “ ser” y “pensarnos” de otra manera,
a ser creativos, a recordar y resignificar nuestra propia historia.
Nadie se
jubila de la vida, cada uno vive la vejez que quiere vivir.