Se
acerca mi niño,
y
su carita denota tristeza,
por que sus manitas no alcanzaron
para mí, aquella flor altanera.
Ella lo esquivaba y se reía.
Él, inocente, pensaba que era un juego.
Yo, miraba recelosa desde lejos,
Aquel vaivén traicionero.
Cuando mi niño me abraza,
Y
veo en sus ojos desconsuelo,
yo
le susurro al oído,
que yo poseo las flores perfectas…
Una es alegre, bella,
delicada y sincera,
su
nombre es… Paula,
y
es amiga de las estrellas.
La
otra, lleva el nombre de mi Príncipe secreto,
Es
valiente, amoroso y tierno,
Su
nombre es Sebastián,
En
mi vida… mi lucero.
Aquellas son mis flores perfectas,
De
alegres colores y suaves aromas,
ellas, sin saberlo,
pertenecen a mi jardín secreto