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Perdona que te lo diga.
Disculpa si en mi hay ofensa;
Pero me nace decirlo
Cada que esto viene a cuenta.
Y
es que cuando te veo clavado
Con tu enorme carga a cuestas.
Con tu corona de espinas
encarnadas en la frente,
con tu costado sangriento
y
tu lasitud de muerte.
Con ese martirio eterno
Que te dimos como suerte.
¿
Dime quien disfruta al verte;
dime que justo o que niño
al
mirarte se divierte?
¡
Quien te bajara Jesús,
de
esa cruz y para siempre!
Porque nadie te ha bajado.
Tu
sangre solo a marcado
en
conciencia a pocas gentes.
Te
abandonamos ahí,
en
tus clavos herrumbrosos
y
en tu soledad inerme.
Si
regresaras Jesús,
a
redimirnos de nuevo;
a
dar salud al enfermo
revelando tu misterio
recordando tu palabra,
dándonos juicios certeros.
Mas solo sueño y lo entiendo.
No
inquietas estando muerto,
Preocupas mas como vivo
y
entre los hombres ungido,
pues siendo tanto la luz
teme el mundo tu castigo.
Mas si lo hicieras un día
si
en tu poder descendieras
conmoviendo nuestras vidas,
y
me dejaras dar fe….
Sin duda te pediría
te
quedaras en la cruz.
Porque la humana caterva
ni
ha vivido con tu ejemplo,
Ni
a tu palabra se acerca.
El
placer y la ignorancia,
la
injusticia y la venganza,
han podido mas que tu.
¡
Quédate en la cruz Jesús!
Que no hay odio redimido,
ni
crimen arrepentido,
ni
acción desinteresada.
Que no hay alma consagrada,
Ni
justos, ni convertidos.
¡Quédate en la cruz Jesús!
Que hasta ahí te violentamos
cuando mentimos, robamos,
cuando violando y matando,
sin remordimiento alguno
diario te crucificamos.
¡Quédate en la cruz te digo!
Que en cada humano un Pilatos,
un
Judas, o un mal cristiano,
te
conducirá al calvario;
demostrando en tu martirio
que fracasaste Jesús.
Que tus mejores aliados;
vienen, a ser potentados.
Y
tus devotos custodios;
Clerecía de cortesano,
que entre la seda y el oro
tu
humilde huella extraviaron.
Sí
a tu regreso Jesús,
no
has de levantar la mano
para luchar por tu hermano
con tu divino poder.
Si
tan solo padecer
vuelves a oponer el mal…
¡Quédate en la tosca cruz!
En
tu madero oprobioso,
con tus clavos herrumbrosos
y
en pesarosa actitud.
Y
en tu voluntad piadosa..
tenme compasión, Jesús
Yo
sin querer ofenderte
pudiera por ti perderme;
si
fuera en mis desatinos;
quien necio empuñe el martillo
que te volviera a la cruz.
De
ello líbrame… Jesús.