Según un relevamiento
realizado el año pasado en Argentina, el 52 por ciento de los argentinos elige,
para distraerse, quedarse en su casa con sus familiares y no salir, seguramente
a causa de la gran crisis económica que por la que atraviesa este país, que
afecta tanto a los bolsillos como al espíritu festivo de sus habitantes.
Si a esta estadística le
sumamos aquella que afirma que la alternativa del baile es elegida por el 57 por
ciento de los jóvenes como forma de esparcimiento, pero por sólo un 2 por ciento
de los mayores de 30 años, podremos ir entendiendo por qué razón los empresarios
de la noche parecen marginar tanto al target comprendido por la gente
mayor de 40 años.
Sin embargo, ese 2 por
ciento representa a una gran cantidad personas, que en busca de conseguir
pareja, o bien de salir con la propia a distenderse un rato al ritmo de su
música preferida, tiene grandes dificultades para encontrar lugares en donde la
noche porteña pueda ofrecerle un espacio de fraternidad y camaradería, rodeada
de gente de su edad y, si lo prefiere, música de sus tiempos de juventud.
Con todo, algunos
empresarios han advertido este déficit, y es por eso que Buenos Aires ya cuenta
con tres boliches destinados solo para los de 40 en adelante.
En rigor, estos lugares
bailables comienzan siendo restaurantes típicos, pero que luego de las 12 de la
noche modifican toda su fisonomía para convertirse en discotecas. Así, luego de
una apetecible cena en la que se puede elegir alguno de los más variados menús,
y en medio de un ambiente donde es imposible observar gente menor de 30 años,
los solos/as, casados/as en busca de aventuras, y parejas de adultos, comienzan
a bailar al ritmo de lo mejor del ’60, los boleros y, claro, la actual música de
moda, olvidándose de los varios problemas que deben enfrentar durante la difícil
semana de un país en crisis.
Otras alternativas
Pero como tres boliches
son demasiada poca oferta para la gran cantidad de danzadores (y buscadores de
pareja) mayores de cuarenta, muchos adultos han comenzado a asistir a clases de
baile, principalmente de tango y salsa.
Una gran cantidad de
quienes concurrieron a alguno de los 80 salones donde se brindan los cursos del
argentinísimo baile, afirmaron haber encontrado en esta práctica una especie de
terapia contra la soledad, las angustias y las depresiones, liberando sus
cuerpos y cabezas en medio de sensuales bailes con gente de su misma edad.
Aquellos que optaron por
el ritmo caribeño, señalan estar encantados con las bondades físicas y
energéticas del popular baile. Fundamentalmente, dicen que la salsa los ayuda a
relevar el estrés y las tensiones, al tiempo que los mantiene en buen estado
físico, con vitalidad, en constante comunicación física con sus compañeros de
baile.
Durante los últimos años,
también ha surgido la moda de los happy hours, que, al mejor estilo europeo,
convocan durante los atardeceres a varios profesionales, ejecutivos y
empresarios, para tomar un trago, conversar, y llenar alguno de los boliches de
de la City, las Cañitas, Palermo Hollywood, Belgrano Chico, Vicente López y
Olivos. Esta opción, sin dudas la más exclusiva, es frecuentada por gente de
alto poder adquisitivo, que vía e-mail o algún conocido, es invitada a alguno de
los bares donde se celebran estas fiestas, que por cierto van rotando de
ubicación, para que nadie que no haya sido invitado pueda seguirles el
rastro.
Por último, los
encuentros de ciber amigos conforman otra muy interesante opción para reunirse
con gente de la misma edad, y poder salir a comer o bailar con pares que
compartan los mismos intereses.