El caso sucede diariamente en una gran cantidad de
hogares. Llega a la casa un sobre conteniendo un mensaje de felicitaciones y
bienvenida de algún reconocido banco local o internacional, junto con una
tarjeta de crédito que lleva impreso el nombre y apellido de alguno de los
habitantes de la casa.
A muchas de las personas que reciben estos llamativos
“presentes” poco les importa hacer uso del mismo, por lo que suelen destruir la
tarjeta y tirarla a la basura, sin saber que a partir de allí, podrán surgir una
gran serie de conflictos…
La llegada a casa
Para realizar este tipo de “promociones” hogareñas, los bancos obtienen los
nombres, apellidos, y direcciones de las personas mediante bases de datos
conformada por información que estos mismos consumidores dejaron previamente en
algún comercio de la ciudad, a raíz de algún crédito personal que pueden haber
tomado para comprar algún sencillo producto, como un centro musical.
En muchos países, la Ley de Hábeas Data prohíbe
expresamente que se comercialice o regale información referente a la privacidad
de las personas, pero son pocas las empresas que respetan esta regla, y poco los
ciudadanos que conocen la ley, y por ende la pueden hacer valer.
Claro que a pocos les interesa entrar en un conflicto
legal por un caso aparentemente tan pequeño, pero lo que no saben, es que si no
se toman ciertos recaudos, esta aparente poco importante infracción de la ley,
podrá traerle más de un dolor de cabeza.
Sucede que debido a errores, involuntarios o dolosos,
muchos bancos contabilizan gastos de las tarjetas de créditos que emitieron a
las personas anteriormente señaladas.
Así, muchos de quienes se despreocuparon en un principio
por demostrar claramente su rechazo a este extraño tipo de invitación, reciben
resúmenes con gastos, -que incluso aumentan mes a mes-, o bien por compras que
jamás realizaron, o bien por cargos administrativos de “mantenimiento” de la
tarjeta.
Pero aún hay más, ya que muchas de estas personas, a
causa de la “deuda virtual” (jamás contraída, y por consiguiente nunca pagada),
debieron enfrentar la negativa a obtener créditos bancarios o financiaciones en
comercios, debido a que figuran en los registros de informe crediticios como
deudores morosos, justamente por no pagar los gastos de una tarjeta que jamás
pidieron, y ni siquiera usaron.
Evitando el problema
Según afirman los especialistas, si usted recibe en su domicilio o ámbito de
trabajo una tarjeta de crédito de regalo, es importante que no la guarde ni la
tire, sino que concurra a devolverla al banco junto con una nota en la que
exprese claramente su rechazo a la misma.
El
hecho de que no haga esto, tampoco significa, según las leyes vigentes, que la
esté aceptando, y menos aún que luego tenga que efectuar algún pago, ya que
estas leyes prohíben expresamente que se realicen propuestas de bienes o
servicios que contemplen un costo automático de cualquier tipo.
Pero, como señalamos, los expertos aconsejan que para evitar mayores problemas
futuros, lo mejor es dejar sentado por escrito su rechazo al servicio y obtener
un certificado por escrito de cancelación, para poder evitar así posibles
“errores” de los bancos.
En
caso de no hacerlo, tal vez jamás reciba ninguna notificación por parte del
banco, pero igualmente podría llegar, tiempo más tarde, a aparecer en alguna
base de datos de los registros de informes crediticios, como un deudor bancario
moroso.
Y
como se sabe, el hecho de que seguramente gane el litigio judicial (todas las
leyes están a su favor) difícilmente le compensará también el tiempo perdido,
que de hecho suele ser mucho, ya que los trámites son demasiado largos.