Acorralados por su propia
vergüenza y/o falta de motricidad, y desamparados por los sistemas de salud,
tanto públicos como privados, los hiperobesos deben hacer frente, de forma
silenciosa y con la ayuda de pocos, a todos los conflictos que les apareja su
enfermedad, que van desde aquellos sociales hasta otros biológicos y
potencialmente fatales.
El problema cobra aún
mayores dimensiones si se sabe que las estimaciones arrojan que en Latinoamérica
hasta el 3 por ciento de la población podría sufrir de hiperobesidad, y que los
medios para revertir esta condición, -generalmente a través de cirugías-, son
altamente costosos.
Pero lo cierto es que
pese a estas contundentes cifras, con su correspondiente presencia de riesgos
fatales para las víctimas, el problema aún no se ve en toda su dimensión, ya que
todavía se continúa concibiendo a la obesidad como una cuestión estética, y
dentro de este encuadramiento se ve a los pacientes como personas mayormente
descuidadas y sin voluntad.
Una dura realidad
Lejos de estas
suposiciones, los hiperobesos tienen en su enfermedad una importante carga
genética, y si bien en la mayoría de los casos sus hábitos de vida suelen ser
inadecuados, no menos cierto es que la falta de prevención e información por
parte del Estado, los lleva muchas veces a no saber diferencias lo saludable de
lo nocivo, incrementando de esta forma el problema general.
Pero sus
condicionamientos genéticos y sus malos hábitos de vida no sólo le arrojan como
“castigo” una baja presencia estética. De hecho, las personas excesivamente
gordas tienen muchas mayores riesgos de sufrir diabetes, hipertensión, problemas
cardíacos y respiratorios, y ven sus expectativas de vida disminuidas de 10 y 15
años.
De todas formas, los
servicios de salud públicos de Latinoamérica parecen seguir sin prestar
demasiada atención a este problema, privando o reduciendo al mínimo su atención
en los hospitales, y brindándole una baja o directamente nula atención en las
asignaturas de sus facultades de medicina.
Recién en los últimos
tiempos, y en los Estados Unidos (donde se calcula que existe un 5% de casos de
obesidad severa y un 3% de obesidad mórbida o hiperobesidad), se ha comenzado a
tener en cuenta la importancia de su cuidado y prevención, por el hecho de que
esta condición incrementa cada vez más los gastos en salud (por problemas
médicos derivada de la misma, que como vimos pueden ser la diabetes, la
hipertensión, los problemas cardíacos o respiratorios, entre otros),
reconociendo que la obesidad es en efecto una patología que incide en algo más
que el aspecto estético.
Definiendo la hiperobesidad
¿Cuál es la frontera que
separa a un obeso de un hiperobeso? El dato no es en absoluto anecdótico, ya que
si bien cualquier persona excedida de peso tiene mayores riesgos de padecer
problemas de salud, en el caso de los hiperobesos, estos riesgos aumentan
considerablemente, así como también la gravedad del tipo de enfermedades que
podrían contraer.
Según afirman los
especialistas, para que se pueda concebir que una persona sea obesa, su índice
de masa corporal (IMC, una cifra que se obtiene al dividir el peso por la
estatura al cuadrado), debe oscilar entre los 30 y 35. En tanto, si el IMC se
encuentra en una variable comprendida entre el 35 y 40, se considera que padece
de una obesidad severa, mientras que si supera los 40 de IMC, se puede afirmar
que sufre de una obesidad mórbida o hiperobesidad.
La cirugía bariátrica, una solución a la hiperobesidad
Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS) la cirugía bariátrica es el tratamiento que se debe
utilizar para la obesidad mórbida. Esto es muy lógico, si se tiene en cuenta que
es este es el único tratamiento que puede no sólo reducir el sobrepeso sino
también mantenerlo en el tiempo.
Para el caso que el IMC
supere las 35 unidades y existan enfermedades asociadas, o bien que sea mayor a
las 40 unidades, (incluso sin ningún tipo de complicación asociada) los
especialistas aseguran que es necesario realizar una cirugía de obesidad.
Traducido en peso,
podríamos decir que aquellas personas que tengan un sobrepeso de entre 30 y 40
kilos (IMC de 35 a 40) junto con algún problema de salud, o bien un sobrepeso
mayor a los 40 kilos (IMC superior a 40) deben indefectiblemente someterse a una
de estas cirugías.
Sucede que aquellos
tratamientos que no sean de tipo quirúrgico, pueden lograr disminuir hasta un 20
% del sobrepeso, pero en la mayoría esta disminución efectiva se suele recuperar
en un período comprendido entre uno y cinco 5 años, por lo que si se necesita
bajar determinado peso, se deberá lograr un descenso aún mucho mayor, para
finalmente lograr llegar al peso buscado.
Por esta razón, la
mayoría de los especialistas acuerda en recomendar a la cirugía como tratamiento
más efectivo, ya que la misma puede disminuir hasta el 80 % de sobre-peso en el
transcurso de 12 a 24 meses.
Aún no para todos
Con todo, estas cirugías
todavía no están al alcance de todos, ya que son pocos los servicios de salud
privados que las reconocen como cirugía, y en muchos hospitales públicos todavía
no se opera en forma gratuita, si no que por el contrario hay que pagar desde
los 500 a 3000 dólares que insumen los elementos, más gastos hospitalarios,
cercanos a los 500 dólares.
En algunos países, como
la Argentina, existen algunos hospitales públicos que operan de forma gratuita,
aunque estas intervenciones no superan el cupo de dos por mes, y se solicitan
bonos contribuciones que se acercan a los 300 dólares, dependiendo de las
posibilidades del paciente.
Pero lo cierto es que
ningún país de Latinoamérica tiene todavía una oferta de cirugía bariátrica
suficiente para revertir las condiciones de aquellas personas que sufren de
hiperobesidad.
Tipos de cirugía
Estos son los tipos de
operaciones a los que se puede recurrir en la actualidad. Se debe tener en
cuenta que aunque esta intervenciones son de suma utilidad, no podrán haber
grandes avances si no cambian ciertos hábitos de vida.
Banda gástrica ajustable:
Reduce el volumen estomacal, produciendo
así una sensación de saciedad, sin necesidad de una gran ingesta. Se usa en el
90 % de los casos, ya que se ajusta a las particulares necesidades de cada
paciente, y se hace mediante una intervención laparoscópica, es decir de
pequeñas incisiones. Su costo es de 2.500 dólares.
Banda gástrica fija:
La más usada en hospitales públicos, ya
que no demostró traer complicaciones, e incluso es considerada por algunos como
más segura que la ajustable. Además, su costo es de 500 dólares.
Balón gástrico: es como una pelota que se introduce en el estómago
por vía endoscópica, para luego ser inflada. El riesgo del mismo es que puede
desinflarse y producir daños al estómago e intestino. Por eso sólo se usa para
bajar no más de 25 kilos, y durante un período no mayor a los tres meses.
By pass o derivación gástrica:
Se utilizan unos
conductos para derivar el contenido digestivo.
En definitiva…
Los actuales índices de
hiperobesidad debería concentrar en mayor medida la atención de las autoridades
oficiales sanitarias por prevenir y solucionar este tipo de casos, que además de
poner en riesgo al paciente, le insumen al Estado grandes erogaciones en atender
las enfermedades derivadas de este tipo de problemas.
Actualmente, es casi nula
la posibilidad de internar a estos pacientes, y el riesgo aumenta con la misma
rapidez que los casos de pacientes, y sus kilos de más, provocando que al margen
de los problemas estéticos, cada vez más personas pongan en riesgo sus vidas.
Por eso, no alcanza con
operar tan sólo a los muy excedidos de peso que ya se encuentran en una
situación muy grave, y de hecho, todos los especialistas concuerdan en la
necesidad de intervenir a todas las personas cuyo índice de masa corporal supere
las 35 unidades y tengan alguna enfermedad asociada, como diabetes, trastornos
cardíacos o hipertensión: se trata de sus vidas.