El
hecho de que nuestro pequeño perro muerda o gruña, puede ser fácilmente
prevenido o bien corregido cuando este todavía es un cachorro, pero la situación
cambia mucho se deja pasar el tiempo, y el perro comienza a tener hábitos más
arraigados.
En
efecto, no se puede dar ninguna garantía de que un perro maduro que haya mordido
de pequeño, no volverá hacerlo bajo circunstancias similares en las que atacó
durante el pasado sino se realiza en el medio una adecuada prevención, y de
hecho más de un perro tiene que ser sacrificado, debido a la imposibilidad de
convivir con humanos.
Sin embargo, es posible anticiparse a los problemas y prevenir que nuestro perro
hogareño crezca sin sentirse un calzador, pero para esto será necesario, como
punto de partida, entender por qué y bajo qué circunstancias un perro podría
llegar a morder a una determinada persona.
Comprendiendo al cachorro
La crianza, un punto de partida para considerar
Algunos cachorros son escogidos por sus cualidades de raza, referentes a la
protección o sus capacidades defensivas, mientras que otros, directamente son
procreados desde padres con un fuerte historial de agresión. No es que todos
estos perros nazcan naturalmente agresivos, pero sí requieren de un mayor
cuidado y conocimiento en su cría, la instrucción y socialización.
Socializar el perro, un arma eficaz
Socializar positiva y regularmente a un perro –especialmente si tiene
antecedentes o demuestre un carácter agresivo-, con diversas personas, tanto de
la familia como del exterior, y a las primeras semanas de haberlo traído al
hogar, puede ser una de las mejores herramientas para borrar todo indicio de
agresividad que el perro pueda llevar en su interior.
Por supuesto, este hábito de socialización debe continuar a través de toda su
vida, ya que los perros no socializados adecuadamente, o aquellos que pierden
este hábito, pueden sentirse amenazado tanto por niños como por adultos.
Una instrucción cuidadosa, un cuidado mayor
Los perros pueden ser deliberadamente entrenados por parte de sus dueños para
ser agresivo, pero muchas veces, también lo pueden ser accidentalmente, es decir
sin que el dueño lo sepa ni tenga la intención de generarles un carácter
agresivo.
Por ejemplo, muchos dueños que quieren y entrenan a su perro para que los
proteja a sí mismo o a su propiedad, a menudo se sorprenden cuando el perro los
ataca a ellos mismos, sin darse cuenta de que de hecho habían entrenado a sus
perros para que tengan esta conducta hacia las personas.
Por eso, si se busca generar en el perro una agresividad que este no posee, y se
limita por lo tanto su habilidad de tomar sus propias decisiones mediante, por
ejemplo la sensación de adrenalina, es posible que cuando este se encuentre
entre gente, sea necesario supervisarlo en todas sus interacciones.
Se
sabe además que un perro incentivado a ladrar o gruñir a extraños desde una edad
temprana, puede morderlos cuando es más adulto, es decir cuándo perciba que sus
ladridos o gruñidos no son el arma más efectiva con la que cuentan. Incluso, los
dueños que juegan con su cachorro juegos salvajes, como por ejemplo arrancarles
la pelota de la boca por la fuerza, pueden estar enseñando el perro a utilizar
su boca para ganar el control.
Un castigo o trauma, el origen oculto del conflicto
Un
perro que es fuertemente golpeado por su mala conducta o tuvo una traumática
experiencia relacionada con la gente cuando era pequeño, podría llegar a tener
mucho miedo de vincularse con las personas, incluso con las más cercanas, y sus
mordedura podrían ser simplemente su defensa natural frente a ese temor.
El aislamiento, un factor pernicioso
Muchos dueños encierran a sus perros lejos de la gente, o los atan cuándo llegan
visitantes, pues están preocupados por el comportamiento no agresivo, pero sí
antisocial que manifiesta su perro (como por ejemplo saltarles, o prendérseles a
las piernas).
Lo
que no saben, es que lejos de resguardar a la gente, están profundizando el
problema, ya que este aislamiento de los visitantes puede hacer que el perro sea
menos juguetón o tolerante y más miedoso de las personas, pudiendo incluso
generalizar esas sensaciones hacia sus dueños.
Por eso, si el perro debe ser encerrado a causa de saltar, prenderse, u otras
cosas molestas para cierta gente, este problema debería ser tratado
paralelamente con un entrenador o por uno mismo, por ejemplo sacándolo a pasear
y retándolo suavemente cuado moleste a otra persona, para que puedan comportarse
apropiadamente y sean más aceptables para los visitantes.
Molestia para el perro, molestia para las personas
Molestar excesivamente a un perro, es casi lo mismo que entrenarlo para atacar,
pero sin tener el control sobre el mismo perro. En efecto, cada vez que se
molesta mucho a un perro, se está facilitando la agresión por parte de este
hacia la persona.
Muchos perros que muerden tienen un pasado de haber sido muy molestados por
miembros de la familia o los vecinos, especialmente los chicos. Por eso, en lo
posible, un perro no debe ser atado ni debe ser mantenido cerca de una reja
donde pasen transeúntes que tengan la oportunidad de molestarlo.
La dominación, atributo exclusivo de los dueños
Muchos dueños u otros miembros de la familia son amenazados o incluso mordidos
cuando un perro intenta, o directamente asume, una posición dominante en la
casa. Los signos comunes que dan cuenta de esta postura por parte del perro,
incluyen gruñidos cuando se los saca de un lugar que les gusta, o el rehusar
obedecer a sus dueños.
Por eso, la instrucción básica de obediencia, por parte de todos miembros de la
familia, y desde que el perro es bien cachorro, ayudará a prevenir estos
problemas, permitiéndoles a todos los integrantes de la familiar tener un
efectivo control sobre el perro, y gozar de este como lo que verdaderamente es:
¡Nuestro mejor amigo!