Quienes vieron la película “Wall
Street” podrán haber tenido una idea del grave delito que puede constituir
utilizar información confidencial y reservada para fines especulativos en el
mercado de la bolsa.
En efecto, los corredores bursátiles podrían llegar a obtener muy buenos
resultados en el mercado de compra y venta de las acciones, si contasen con un
conocimiento íntimo sobre algún negocio de inversión, basado en información
que no está disponible para el gran público.
A veces, esta información les permite ganar mucho dinero, mientras que otras
oportunidades evita que lo pierdan, pero, en cualquiera de los casos, la
utilización de estos datos para los fines señalados, constituye un delito en
la mayoría de los países.
Es importante señalar que esta actividad no fue considerada un delito hacia
principios del siglo XX, e incluso se la vio como un arma muy legítima para
ganar terreno en el competitivo mercado financiero.
Pero sucedió que, luego de los excesos de la década del veinte, en donde se
produjo el crack bursátil más famoso de los Estados Unidos que dejó como
legado más de una década de depresión y mucha furia de toda la opinión pública,
se comenzaron a formular graves penas gravas quienes se aprovechaban de esta práctica
especulativa y desigual.
Penas
Las penas que les pueden caber a aquellos corredores bursátiles que hacen un
indebido uso de la información reservada, depende de cada país en particular,
aunque en la mayoría de los casos, y dependiendo de la severidad del caso, las
penas se componen de multas monetarias e incluso cárcel.
Aspectos del delito
Sin embargo… ¿Cómo se puede saber la diferencia entre ser un corredor astuto
y violar la ley de información reservada? La respuesta no es nada sencilla, y
de hecho es grande la polémica que gira en torno a ella.
Según los especialistas, para procesar a un corredor por utilizar información
confidencial, se debe demostrar que el acusado tuvo un acceso a información
reservada de la compañía, y además pensó en aprovechar esto para obtener
ganancias personales mediante la compra o venta de acciones basada en la
información que pudo recibir.
Por cierto, lo más dificultoso de todo, es poder corroborar que el acusado tuvo
acceso a información privada de la compañía. Para esto, se suele buscar
relaciones de parentesco y/o amistad entre el personal de la empresa y el
corredor bursátil.