Los límites, la escuela, y nosotros

Pautas para ayudar a su hijo a solucionar los problemas de conducta, o de otro tipo, en la ecuela

La
escuela, ese gran aliado


Quizás sea cierto que es tiempo
de poner algunos límites ahora para evitar infracciones en el futuro. Tal vez
la escuela lo sepa mejor que usted. Por eso, se deben permitir que esos límites
y castigos sean impuestos, por más que odie ver que su hijo esté en esta
situación, pero todo esto no quiere decir que usted se haga cargo totalmente de
los mismos.

Lo que está en discusión, no es
la justicia de los castigos, a menos que sean abiertamente abusivos, sino el
hecho de que la escuela se haga cargo de lo que le corresponde, para lo cual
podrá interferir sólo si se lo pide la escuela, pero no haciéndose totalmente
cargo de la situación.

Usted puede ayudar también a su
hijo preguntándole si está dispuesto a continuar arriesgándose a las
consecuencias de sus actos (provengan estos castigos de la escuela o de parte
suya) repitiendo la misma conducta, al seguir interrumpiendo la clase.

Si la respuesta es hacer oídos
sordos, es posible que no haya muchas cosas que pueda hacer al respecto, a
menos, quizás, que ser más inflexible en sus reproches o castigos o bien
motivarla mediante incentivos que sean aún más significativos de los que ya
existen. Pero la idea, será que su hija empiece a ser responsable por sí misma
de seguir a cabo con sus acciones.

Si su hija le jura y perjura que
ella nunca cortó la clase, podría evitar, todavía, entrar en el centro de la
escena (teniendo que escoger entre ella y la escuela) invirtiendo el asunto:
“Has sido acusada de cortar la clase. ¿Cómo puedes demostrar que no lo
has hecho, o que tus intervenciones se justificaban?”. De esta forma, le
permitirá a su hija que resuelva el problema, entendiendo y defendiendo mejor
sus razones, o se haga cargo de las consecuencias.

Pero más allá del tipo del
problema, cuándo un padre es llamado por la escuela, siempre puede responder
pidiendo una información adicional, del tipo: ¿Cuáles son las reglas de la
escuela respecto a esta situación? ¿Cuáles son las consecuencias concretas
que tomarán por lo que él hizo? ¿Fue el chico informado de las reglas y las
consecuencias desde un principio?
¿Con qué
opciones cuenta ahora?

Asisitiendo
a su hijo, asistiéndose a sí mismo


También puede salir del problema
en que lo involucra su hijo ayudándole a encontrar la solución mediante
preguntas similares a las mencionadas anteriormente, ayudándolo al mismo tiempo
a que elabore un plan para la “próxima vez”.

Si sus respuestas son “yo no
sé”, le podría preguntar cómo cree que lo podría averiguar por sí
mismo. O, puede ponerse a su disposición para hablar cuando el tenga en mente
una solución. Recuerde, los chicos aprenden mucho más de las consecuencias, es
decir experimentando verdaderamente, antes que mediante las advertencias, las
charlas, y los consejos.

Si le llaman de la escuela porque
su hijo no hace las tareas, quizás podría sugerirle formas de motivarse que,
por lo menos, funcionan para usted o para aquellos que usted ve como
significativos ante él. (Nuevamente, si la escuela le consulta por ideas, ellos
estarán actuando bien y tomarán sus ideas como recursos muy útiles; si lo
llaman para pedirle que usted lo motive, estarán transfiriéndole la carga,
borrando la separación de roles, y lo colocarán en una responsabilidad que no
le compete a usted sino a la escuela).

Usted puede apoyar en los límites,
los incentivos y los castigos que la escuela le proporciona a su hijo, tomando
una actitud similar para la conducta de su hijo.

Incluso, si la escuela no aplica
castigos o premios por conductas particulares relacionadas con la escuela, que
no obstante son importantes para su persona, quizás podría, igualmente,
hacerse cargo de toso ello, quitándole u ofreciéndole privilegios especiales
con respecto a completar sus deberes, con respecto a mantener ciertas notas, o
con respecto a introducir a los comentarios positivos en su cuaderno de
comunicaciones, por ejemplo. Lo importante, es que usted tomará estas acciones
no por pedido de la escuela, sino por la falencia que nota en la misma para
hacerlo en su lugar. 

Por supuesto, para apoyar los
objetivos de la escuela, será muy útil averiguar cuales son ellos. A veces, la
escuela o ciertos maestros lo podrían contactar con un boletín o una nota
haciendo referencia a sus límites, reglas, recompensas, etcétera. Pero si
tiene cualquier pregunta, no deje de formularla.

Asimismo, pregunte a sus hijos
acerca de las reglas individuales de cada maestro, las preferencias, y las
injusticias que ellos notan, todo lo cual pueden ser grandes principios de
conversación en la cena y lo pueden ayudar a guiar a sus hijos.

Este tipo de preguntas deberían
ser: ¿Qué se necesita para que a uno le vaya bien en esta clase? ¿Cuándo
piensas que podrías necesitar un mayor autocontrol? ¿Acerca de qué tipo de
cosas sientes injusticia? ¿Qué quieres obtener de esta determinada clase? ¿Qué
estas dispuesto a hacer para cambiar?

Siempre es fácil tener
expectativas y esperanzas sobre cómo la escuela o sus hijos deberían actuar.
Sin embargo, la realidad raramente refleja los “deberes”, los deseos,
o las esperanzas, por lo que suele ser inevitable que surjan conflictos entre
hijos y maestros, quienes podrán tomar muy diferentes caminos, como ser juzgar,
advertir, resolver, defender, restringir, o negar. Tenga presente que todas
estas conducta pueden interferir con el objetivo de enseñar a sus niños a ser
auto responsables y solucionar los conflictos de forma independiente.

Tomando
acciones concretas


Por supuesto, siempre se debe
estar allí, aunque esto no se demuestre. Para ser más capaz de apoyar y guiar
a sus hijos, sin por ello rescatarlos o resolverles los problemas por ellos, lo
mejor será estar a su lado, sí, pero de una manera distante, con el fin de que
aprendan a manejar su vida responsablemente cuando no haya otro adulto alrededor
de ellos para apoyarlos y guiarlos. Con este fin, le proporcionamos las
siguientes sugerencias de ideas para manejar los choques entre los maestros y
sus hijos:

Evite defender o avalar las
excusas de su hijo, así como la gran tentación de “rescatarlo” de las
consecuencias de sus irresponsables actos.

Evite ponerse, automáticamente,
del lado del maestro, pero tampoco lo desautorice. Haga todo lo posible por
quedarse afuera del centro.

Escuche siempre.

Esté implicado y forme una
relación con los educadores de su hijo desde un primer momentos, cuando no
existan problemas ni conflictos. No espere que surja un altercado. Si es
posible, visite la escuela al principio del año para encontrarse con el o los
maestros de su hijo y las autoridades.

En sus contactos iniciales,
averigüe cuales son las metas y expectativas, reglas y límites, de estas
autoridades y maestros. Averigüe cuántas veces, y bajo qué circunstancias,
puede esperar reunirse con ellos.

Asegúrese que la escuela tenga
información sobre sus horarios y disponibilidades, así como si pueden o no
llamarle al trabajo (con excepción de emergencias) o, si prefiere cierto tiempo
para hablar por teléfono, permita que ellos sepan cual podría ser es horario.

Concéntrese también en lo
positivo. Si su hijo tiene un historial conflictivo, mande notas a la escuela
que comenten o agradezcan el tiempo que alguien se ha tomado por su hijo, el
entusiasmo que esta persona le inspira, o la paciencia o guía que le brindan.
Los maestros y las autoridades reciben los reconocimientos como muy pocos, por
lo que es importante permitirles saber cuando usted aprecia algo que ellos han
hecho por su hijp.

Evite darle excesivas
“conferencias” a su hijo, sobre todo si él es muy joven. En su lugar,
contribuya con observaciones, y ayudas a sus necesidades, pero dejele vivir
también experiencias personales, e incentívelos para expresarse y experimentar
por sí mismos.

Sepa que su hijo continuará
encontrándose y teniendo que tratar con diferentes personas a través de su
vida. Puede ayudarlo a desarrolla la flexibilidad necesaria como para triunfar
en la gran variedad de escenarios de relación que se encontrará durante su
vida. Para esto, podría hacerle entender que lo que hacen ciertos maestros en
particular, tiene relación con un bienestar futuro; debería decirle que el
tendría que empezar a cuidarse en las clases.

Si un profesor lo llama a usted
para hablar sobre un problema de su hijo, pídale que sea bien específico,
sugiriéndole además que cree que debería hacer personalmente. Pregúntele
también cuándo cree que comenzó esto, cuántas veces sucedió el incidente
(si fue aislado o es recurrente), cuales podrían ser las consecuencias para
este tipo de conducta. Si es necesario, pídale al maestro que pare de hacer
juicios sobre el valor de su hijo, y que le hable sólo sobre su conducta específica.

Si un maestro lo llama pare
hablarle acerca de un problema, quizás usted le pregunte que podría hacer. En
ese caso, este preparado para permitirle saber todo lo que está y no está
dispuesto a hacer frente a alguna situación dada. No sería poco razonable
esperar que la escuela tenga pre-estipuladas sus propios castigos según las
reglas establecidas.

Tampoco estará mal que haga
expreso su disenso a hacerse cargo de castigar si su hijo por una infracción
que usted no presenció, o a “hablar con él” con la intención de hacerlo
cambiar si tampoco puede comprender bien la situación ni la postura de las dos
partes implicadas (su hijo y la escuela).

Evite adoptar una posición
defensiva o, si posible, haga caso a su necesidad de demostrar su competencia
como padre. De la misma forma, evite permitir que un educador o los sentimientos
que usted experimente al contactarse con la escuela, avergüencen o lastimen a
su hijo.

Si un maestro se enoja o es algo
abusivo con usted, sería apropiado, al igual que en cualquier relación,
terminar la charla hasta que prevalezcan cabezas más frescas. Permita que el
maestro sepa cuando, o bajo que condiciones, usted estará dispuesto a retomar
la discusión. Si es necesario, solicite un intermediario o traiga al suyo
propio.

Esté al tanto de que esa mala
conducta crónica que exhibe su hijo, puede indicar problemas que se mantienen
ocultos en su casa o en la escuela. Considere contratar un terapeuta profesional
y/o consultar si la terapia sería necesaria. Lo importante es que se mantenga
focalizado en las soluciones, y no en las culpas.

Siga un contacto permanente con
la escuela, tanto en los momentos positivos como en los negativos. Durante las
reuniones con los maestros y las autoridades, no sería mala idea tomar nota de
lo hablado para seguir más adelante el progreso de lo que se discutió y lo que
fue planeado. Esta información puede ser realmente útil en pata las reuniones
futuras.

Solicite que exista una ida y
vuelta con el maestro, pero sea razonable con sus pedidos. Los maestros tienen
bastante para hacer, pues deben ocuparse una gran cantidad de alumnos y de
tratar con sus respectivos padres. Si bien la mayoría de ellos se sentirá
contento, o por lo menos dispuesto, de saber que usted se involucra activamente
en la educación de su hijo, no presione al maestro por nada que tome más
tiempo de unos pocos segundos.

Evite abordar a un maestro de
forma impulsiva, y trate de ser inteligente para saber como lograr en obtener lo
que quiere de él. Pero por sobre todo, nunca trate los problemas como algo
personal.

Respete los límites del maestro
en la educación de su hijo, no pidiéndoles que castigue ni quite privilegios a
sus hijos por las infracciones que ellos podrían haber cometido en su casa. 
Esto le puede sonar ridículo, pero muchos maestros han dicho que conocen
varios padres que intentan que ellos tomen este tipo de actitudes. Así como a
usted no le gustaría permitir que los maestros lo hagan responsable de resolver
los problemas que ellos tienen con sus hijos, evite implicar a la escuela cuando
sus hijos descuidan sus tareas, se quejan de la comida, o no colaboran con la
casa.

Maneje los problemas que su hijo
lleva al hogar o le comunica, de la misma manera que lo haría si los problemas
fuesen en su escuela: Escuche, acepte y no menosprecie sus sentimientos. Ayúdelo
a explorar sus opciones, y pregúntele que planea hacer para resolver ese
problema.

 

Por último, y sobre todo,
permita que sus hijos sepan, en todo momento, que ellos son 
absoluta e incondicionalmente amados, más allá de los problemas que
puedan tener, y que juntos podrán buscar y encontrar las soluciones ante
cualquier dificultad que deban superar, en esta complicada empresa llamada vida,
que sus hijos recién empiezan a desandar.