En Italia, existieron arraigadas costumbres que
determinaron los nombres de una gran cantidad de recién nacidos. Las mismas
eran:
1. El primogénito lleva el nombre de su abuelo
paterno.
2. El segundo hijo varón lleva el nombre de su
abuelo materno.
3. La primogénita lleva el nombre de su abuela
paterna.
4. La segunda hija mujer lleva el nombre de su
abuela materna.
Los hijos que naciesen luego, podrían tener los
nombres de los padres, una tía o tío favoritos, un santo o un pariente difunto.
Esto se evidencia a través de muchos árboles genealógicos, en los que se ve
como esta tradición hizo que muchos familiares tengan los mismos nombres y
apellidos.
De todas formas, aunque esta costumbre fue muy
extendida, nunca se la debe utilizar como un método totalmente efectivo para
saber el nombre de un antepasado. Por ejemplo, si sabe que un abuelo, Marcelo,
era el primer hijo, no se debe asumir, automáticamente que el abuelo de ese
abuelo también se llamaba Marcelo. De hecho, existen excepciones a estas costumbres,
que impiden generalizar.
Algunas de las posibles excepciones.
- Hijo difunto
Una de las excepciones más comunes a la tradición
de llevar el nombre de los abuelos, podría ser el fallecimiento del primogénito
cuando aún era pequeño, y que se vuelva ponga el nombre del abuelo paterno al
hijo que nazca a continuación.
2. Alejamiento del familiar, huérfanos
Si el antepasado tuvo un problema con su familia y
estaba alejado de ella, probablemente no haya nombrado a sus hijos con el
nombre de sus padres. O quizás, esta persona era huérfana y no sabía el nombre
de sus padres.
- Familia no-tradicional
Otro ejemplo de excepciones a las costumbres de
poner los nombres según la tradición señalada en un principio, se puede ver en
alguna familia no tradicional, que lejos de acogerse a las costumbres,
decidieron llamar a sus hijos según sus gustos. Es por estas mismas
excepciones, que no se puede utilizar la tradición italiana de nominación para
asumir fehacientemente el nombre de un antepasado.
Problemas
A causa de estas costumbres, se encontrarán muchas
personas que comparten el mismo nombre.
Observemos el siguiente ejemplo: Paolo Montero
estaba casado con una mujer llamada Sofía y ellos tuvieron tres hijos,
Salvatore, Marcelo, y Ettore. Cada uno de estos hijos se casó y tuvo sus
propios hijos. Según la costumbre, todos llamarían a su primer hijo Paolo, tal
como su padre, y todos llamarían a su primera hija Sofía, tal como su madre.
Así, tendríamos tres Paolos Monteros, todos nacidos
en el mismo pueblo, dentro de la misma época, y posiblemente incluso en el
mismo año. La misma situación se daría para Sofía Montero. Y esto, teniendo en
cuenta que se hayan tenido sólo tres hijos, pues la mayoría de los italianos de
esos tiempos tenían muchos más hijos. Incluso, todos los hijos seguirían esta
tradición de nombres.
Entonces, la persona que vaya a buscar el registro
del nacimiento de su de tatarabuelo, Paolo Montero, tendrá que responderse,
además de donde y cuando nació, como eran todos los nombres de sus parientes,
para poder ubicar al Paolo Montero que efectivamente busca. Pero si no sabe los
nombres de sus parientes, y se encuentran tres Paolos Montero ¿Cómo se podría hallar al que busca
puntualmente?
Incluso, una situación todavía peor podría ocurrir
si esta persona encuentra primero al segundo Paolo Montero (hijo de Marcelo) y
deja de buscar porque asume que ha encontrado a su tatarabuelo. Mientras tanto,
el Paolo Montero número tres (hijo de Ettore) es realmente su antepasado.
Esta persona comenzará ahora a seguir los rastros
del segundo Paolo Montero. Por el lado paterno, se estará por lo menos en el
camino correcto, pero en el lado materno, se estará entrando al árbol
genealógico equivocado y esto se podrá saber después de mucho tiempo y
esfuerzo…
Los puntos importantes para tener en cuenta es que,
en primer lugar, no se puede utilizar la tradición italiana para nombrar a los
hijos como una fórmula para asegurarse el nombre de un determinado ancestro, y,
en segundo, que muy posiblemente encontrará a muchas personas con los mismos
nombres, por lo que debe estar tener el cuidado de asegurarse y confirmar,
mediante otras investigaciones anexas, que efectivamente ha encontrado al
antepasado buscado.