Coros amateurs, la vía al bienestar por el canto

Los coros amateurs tuvieron un rápido crecimiento durante los últimos años, pues son un espacio ideal para el desarrollo personal, y para ampliar el grupo social.

Tiempo atrás, la posibilidad de integrar un coro, y
gozar de todos los beneficios que eso conlleva, era un privilegio
exclusivamente reservado a aquellas personas que tenían el don de una excelente
voz y oído, y el tiempo necesario como para efectuar las exigentes y frecuentes
prácticas que estos coros implicaban.

Con el tiempo, sin
embargo, se comenzaron a abrir coros para cantantes amateurs, en donde los
niveles de exigencia disminuyeron para dar cabida a un aspecto más recreacional
y de esparcimiento, que abrieron sus puertas a personas que solo buscaban en
estos coros una ocupación para su tiempo libre.

Incluso, hoy en día, este
tipo de coros está en su apogeo, y son miles las personas que concurren a ellos
por entre dos y cuatro horas a la semana. De hecho, muchas empresas,
universidades, organismos públicos y vecinales, escuelas, bibliotecas, y demás
instituciones, han creado coros para darle cabida a un gran número de gente sin
experiencia o habilidad musical.

Asimismo, los coros más
tradicionales, es decir los de las instituciones religiosas y educativas,
también fueron creando espacios más flexibles para que puedan sumarse coristas
más amateurs, organizando luego conciertos con temas que, además de religiosos,
pueden incluir los de un madrigal, bolero, o canción infantil.

Allí, estos cantantes
amateurs pueden gozar de poner en práctica su interés musical, pero también de
darle un recreo a su rutina, estar en compañía de otras personas, y olvidarse
por un rato de los problemas económicos y/o personales que pueden llegar a
tener.

En efecto, los coros
tienen la particularidad de ser un espacio donde, a diferencia de la mayoría de
los sitios públicos, no existe un ambiente de competencia sino de cooperación,
donde la habilidad del prójimo forma parte del éxito propio, y el acompañamiento
de los demás es fundamental para el desempeño personal.

Desde estos ámbitos,
muchas personas logran además sumar la experiencia y nivel necesario como para
integrarse a un coro profesional, y por ende de mayor exigencia, mientras que
otros simplemente se quedarán allí para seguir realizando su hobbie de forma
amateur.

De todas formas, son
muchos los que coinciden en señalar que aún faltan profesores que entiendan la
particularidad de estos coros amateurs. Sucede que muchos docentes fueron
formados para estar más pendiente de que sus alumnos afinen el do sostenido,
antes de que los mismos puedan disfrutar del canto por el canto mismo, más allá
de su resultado final.

Por eso, la profesora
argentina Carmen Aguilar, quién cuenta con una extensa trayectoria como docente
de coros en Buenos Aires, redactó el libro “El taller Coral”, en donde sostiene
que es necesario aplicar ciertas herramientas didácticas, además de las
tradicionales, para estimular a los alumnos a que aprenda música, y puedan
además encontrarse para crear cosas bellas que permitan hacerle frente al
dolor.

Y es que, en efecto, los
alumnos pueden de esta forma gozar de todos los beneficios que otorga
pertenecer a un grupo de pares con un mismo interés musical, pero sin la
necesidad de tener sobre sus espaldas la exigencia de llegar a un alto estándar
de rendimiento, algo bastante complicado para quienes tienen demasiadas
responsabilidades en su vida, y sólo buscan un espacio de compañerismo,
fraternidad, y distracción.