Si durante el último siglo la traza divisoria fue entre
pobres y ricos, en el próximo siglo lo será entre jóvenes y adultos. Eso es lo
que afirman los políticos europeos, conscientes del problema que se está
gestando en al ámbito previsional.
Efectivamente, el
fenómeno de los decrecientes índices de natalidad, sumados a una mayor
expectativa de vida, que año a año se agudiza en forma cada vez más
pronunciada, está provocando que cada vez menos trabajadores activos deban
hacerse cargo de sostener a más jubilados.
Los números no mienten:
En Alemania, existen 38 personas mayores de 60 años por cada 100 trabajadores,
pero se prevé que para el 2040 este
número llegará a 72; en Francia, este mismo porcentaje podría trepar del
34 al 69 por ciento; mientras que en Italia, donde actualmente existen 40
personas mayores de 60 años por cada 100 trabajadores, el problema se cree que
será aún más agudo, pues para 2040 se calcula que habrán 103.
Este conflictivo
escenario se complejiza aún más cuando se tiene en cuenta que la mayoría de los
europeos opta por acogerse al régimen de jubilación estatal, en vez de aportar
a un fondo de capitalización privado.
Sucede que mientras que
este último funciona de forma autónoma, en donde el trabajador va ahorrando
para sus ingresos, el primero de ellos se basa en un aporte actual para otros
jubilados, para en el futuro recibir los aportes de otros trabajadores activos.
De esta forma, en la actualidad se necesita aportar menos (existen menos
jubilados) pero en el futuro los trabajadores (que además serán menos) deberán
aportar más.
Rebeldes con causa
Frente a este complicado horizonte, son muchos los jóvenes
que impulsan un cambio al actual sistema previsional, temerosos de la situación
en la que se verán en el futuro, cuando los aportes previsionales comiencen a
escasear, y el número de jubilados, a desbordar los cálculos.
Pero además, estos
jóvenes manifiestan sentirse muy irritados al observar el excelente nivel en el
que viven sus jubilados en la actualidad (¡hablamos de Europa, claro!) pues
creen que parte de ese dinero, en vez de ser entregado a estos retirados para
que lo utilicen en gastos que consideran superfluos, debería ser ahorrado para
el futuro, lo cual se lograría, por ejemplo, subiendo la edad jubilatoria y
restringiendo los aumentos en las jubilaciones.
Olvidando, claro está, que los trabajadores en edad de jubilarse han hecho sus
aportes al sistema previsional durante toda una vida, en condiciones de trabajo
por lo general bastante más duras que las vigentes actualmente.
Una disputa difícil
Sin embargo, la
posibilidad de modificar el régimen previsional europeo parece ser, hoy en día,
más el sueño de unos jóvenes que una posible realidad.
Sucede que todos los
proyectos anteriores tendientes a establecer reformas, aunque sean mínimas, chocaron
contra la oposición de los sindicatos, quienes mediante sus medidas de huelgas
lograron abortar prácticamente todos los intentos por incluir cambios en el
sistema jubilatorio.
De todas formas, los
jóvenes prometen luchar contra esta tenaz barrera a la que algunos han
denominado “la dictadura de los sindicatos” y afirmarán que no dejarán de dar
pelea hasta que sus reclamos sean atendidos.
El final, por ahora, está abierto. Sobre todo considerando que los
revolucionarios de hoy suelen ser los “conservadores” del mañana…
especialmente cuando ellos también tarde o temprano sentirán los efectos de las
reformas que hoy impulsan para ser aplicadas a otros.