Solía gritarme desaforadamente…
¡apúrate!, Vas a llegar tarde como siempre… ¿Por qué te demoras tanto?… el
hecho de que seas inducida no te da derecho a llegar tarde a todos lados… ¿por
qué siempre llegas de ultima?… ¡de verdad que eres retrasada!… ¡a todas
partes llegas de ultima!… sus palabras se repetían sin cesar en mi interior
acompañadas de emociones perturbadoras, tales como la ansiedad, la excesiva preocupación y una abrumadora
angustia constante… pensaba era mi deber llegar temprano a todos lados y aun a costa de mi misma, de mi cuerpo, de
necesidades y requerimientos, al precio que fuera… “mi necesidad” era estar a
tiempo, así tuviera que correr, dejar de comer, angustiarme, estresarme o
exigirme un ritmo interno superior o por lo menos muy diferente al que resonaba
dentro de mi, a fin de llegar a “tiempo” a todo lugar… el motivo interior era,
sencillamente, el absurdo de creer como “mi obligación” ser la numero uno, la
primera, la mas inteligente, sagaz, lista rápida y mas lista de la partida, con independencia, por
supuesto, de que yo “realmente” quisiera ser vista así o sentirme de esa forma…
sencillamente mi opinión no importaba para nada en ello, lo fundamental y
trascendente era mostrarles a “todos” lo lince quien yo era.
En ese objetivo y camino anduve inconscientemente por
mucho tiempo… un día, una extraña mañana, comprendí que de nada vale el afán
para el logro cuando mis esfuerzos lograron “absolutamente nada” en
un aspecto de mi vida realmente importante para mí. Es cierto, de nada vale el afán
para el logro, cuando no obtienes lo
que quieres y tampoco vale el afanarse cuando alcanzas lo querido. Me
explico, ya que quizás pienses que esto es un juego gramatical y no es así. En el
primer caso (¡cuando no logras!) Es evidente… ¿para qué el esfuerzo si no lo
lograste?… en el segundo caso… (¡cuando lo logras!) El ansia puede
agregarle a la meta un precio tan elevado que realmente te sientes en la
suprema necesidad de sentarte a descansar por el agotamiento del esfuerzo, después
de cruzar el objetivo.
Esta cavilación no tiene nada que ver con los
esfuerzos ejercidos en pro de lo deseado, ni siquiera en los valores personales
imbuidos en ese empeño, habla de la energía colocada en el intento, aparte de
que es sencillamente una visión muy personal, de cómo una inconveniente energía
influyo en mi vida y en mis proyectos durante muchísimo tiempo, otorgándome, en
definitiva, un muy mal sabor de boca.
La lucha, para mí, fue un valor incluido en todo
logro, en toda tarea… el aforismo, a sangre sudor y lagrimas,
fue algo infundido en mi cultura personal y familiar… las cosas había que
hacerlas y mientras más costaran, mas valor tenían… eso de lograr las cosas
de forma fácil y sencilla pues naturalmente dejaba, en principio, mucho que
decir y después seguro el logro fácilmente adquirido era sencillamente
desechado… claro es que las cosas
que te cuestan mas las cuidas mas (¿si? Ese aforismo será cierto?)… ¡¡¡no
lo creo!!! Tengo la costumbre de cuidar de mi misma y de todo lo que esta en mi entorno, con un amoroso celo con
independencia del “como” hayan llegado a mi vida…
Sin querer desviarme del tema crucial de esta introspección…
la energía en la consecución y logro, muchas veces viene inculcada por la educación
externa en nuestras vidas y la forma en la cual respondemos a ella inconscientemente
cuando, no estamos alertas. A mí (personalmente) no se me educo para
lograr las cosas fácilmente y cuando era así la sospecha era tan grande que de
seguro derrumbaba cualquier asunto llegado desde esa condición.
Ese día fue realmente ilógico en mi vida… con un sueño
roto entre mis manos, miré a todos lados y en una segura muerte de mi misma, entendí
la inutilidad de mi esfuerzo, cuando resonó desde la angustia y la ansiedad,
ella misma, había dicho la ultima palabra desde el principio. Nada había que
hacer… desde que nació el sueño estaba muerto, por ello la ansiedad y la
angustia… ese día, el tiempo para mí perdió
angustia, impaciencia, ansias… esa noche el ciclo tomo para mi otro cariz, color
y formato…
Comprendo,
me deslicé en un túnel del tiempo cero donde la injerencia del mismo perdió
sentido para mí… si dentro del afán no logre lo que quería, ¿Para qué
afanarme en el logro?… y si lo logré ¿De qué valió el afán?… y después de allí
todo olvido para mi importancia urgente y en suma, todo, volvió a ser
importante y en un mismo grado de injerencia…
caminaba despacio, miraba a las personas al pasar, respiraba acompasadamente y
llegaba a tiempo a todo lugar… aprendí a darle a todo y a todos su espacio de
tiempo y valor permitiéndome a misma
hacer nuevos cálculos de tiempo para permitirme llegar a buena hora a todo
lugar, y entonces el tiempo dejo de gritarme groserías y burlas en mi interior,
por ir retrasada porque ya nunca llegaba demorada… cuando volvía la ansiedad
(¡que es en mi, una reiterada presencia!) entonces la confrontaba. ¿De qué valió
tu presencia si contigo no logramos lo querido?… en silencio la veía bajar la
cabeza, guardar silencio y retirarse sigilosamente sin ningún tipo de argumentación,
realmente vencida ya casi para ¡siempre!.
Entendí como podía ser dueña de mi propio tiempo y administrarlo
de forma diligente y para mi mejor provecho. Noté como en silencio, me obedecía,
olvidó gritarme y cedió ante mi diáfana administración de él mismo y se permitió
hacer en mi una nueva configuración de
su presencia… dejó de gritarme y comenzó a pedirme mi opinión… ahora el
tiempo me respeta y se muestra generoso ante mí… los momentos comienzan a rendirme
y entonces soy abundante de tiempo y puedo hacer varias cosas en la
misma circunstancia y muchas el mismo día… ya no soy esclava del día, sino
que soy dueña del tiempo y el es mi mas
colaborador amigo… su poder sobre mi cedió y después de ser mi verdugo se convirtió
en mi mas grato servidor.
Desde
esa muerte entendí que no tengo prisa para nada en mi vida y nada es lo
suficientemente importante como para inhibirme de disfrutar de un muy buen
desayuno sosegado, calmado y muy gratamente saboreado, creo que toda persona llegada
a mi vida, trae consigo su período y mi tiempo le da permiso de mostrarse y
transformarse a su modo, a su paso, conmigo o sin mi… entendí que tengo oportunidad
para escuchar a la vida hablarme a través de sus señales naturales, de las
personas o las cosas vistas por mi en el diario caminar… discerní que el
tiempo me muestra su mejor cara cuando le permito ser el mismo a plenitud y
cuando me concedo fluir con él y en él… entendí que cada uno de nosotros
tenemos nuestro propio ritmo, atenderlo, entenderlo, escucharlo, aceptarlo y
bailar con él, pueda Ser quizás la mayor enseñanza de una como persona, quien
está unida a la idea de respetar ese ritmo con independencia de lo sucedido
alrededor, y quizás sea ello el meollo de muchos de nuestros asuntos internos.
Nuestras grandes ciudades, esas urbes hermosas y locas
en las cuales nos encanta vivir, nos quieren envolver en su vorágine de estrés,
y en mi muerte, comprendí que puedo vivir en su torbellino resonando a mi
propio ritmo y secuencia con independencia del amoroso estrés que quiera
otorgarme mi amada ciudad, puedo estar en ella en mi propia cadencia, y seguir amándola como la amo.
Ya para concluir… ¿es el tiempo para ti un enemigo?…
y si lo es ¿hasta qué año, mes, semana y día vas a otorgarle poder de que ello
suceda así?… ¿que tiene que suceder en tu vida para llegar al convencimiento
de que puedes administrar tu tiempo a
tu propia discreción? ¿Tiene que morir algo en ti, un proyecto o un sueño, para
comprender que el tiempo es un aliado cuando es interiormente administrado?… cualquier
comentario, compartir, o experiencia me la puedes enviar al correo electrónico [email protected].