Es
un hecho conocido que
cuerpo y mente interactúan de modo tal que se influyen
mutuamente. Nuestros pensamientos actúan sobre nuestra fisiología
en la misma
medida en que ésta condiciona nuestro mundo interno y ambas determinan nuestro
estado anímico.
Si
alguien decide repasar mentalmente una y otra vez sus desgracias personales, muy
posiblemente entrará en un estado anímico decaído y esto será reflejado en
su fisonomía, y esto es cierto también en el caso inverso.
Todos
podemos comprobar cómo se ve afectado nuestro estado emocional haciendo un
ejercicio muy simple. Si dejamos caer los hombros, nos inclinamos ligeramente
hacia delante, respiramos superficialmente, mantenemos la cabeza gacha y la
mirada baja, notaremos como nuestros sentimientos lentamente se hacen cada vez más
y más depresivos.
El
caso contrario es mucho más recomendable. Adopte una postura erguida, respire
profundamente, levante la cabeza y sonría.
Trate de hacer a un lado los
problemas que lo aquejen al momento de realizar este ejercicio, intente
despojarse de ellos por unos instantes y adoptar esta postura. Olvide si desea
realmente o no sonreír, simplemente hágalo y notará el cambio.
Se
ha descubierto que al cambiar la fisiología se afectan los procesos bioquímicos
del organismo, y así, el sonreír, aunque sea un acto mecánico, produce
cambios tales a nivel químico en el organismo que causa una sensación de
bienestar.
Si
usted no se siente verdaderamente bien y no puede modificar las cosas que
ocurrieron para que esto suceda, puede cambiar su fisiología. Eso no solucionará
sus inconvenientes, pero lo ayudará a recuperar recursos tales como el buen
humor y una visión más positiva de la vida, que hacen más sencillo
sobrellevar los momentos difíciles.
Otro
punto importante que se desprende de este tema es que modificar la fisiología
es uno de los modos de favorecer los desenlaces deseados, y esto es comportarse
como si aquello que queremos conseguir ya ocurriera actualmente.
El resultado
que se obtiene en este caso es aumentar las posibilidades de alcanzar la meta,
ya que es un posicionamiento que maximiza los recursos.
¿Qué
ocurriría si uno acudiera a una entrevista laboral adoptando una “postura
depresiva”? Lo más probable sería que no tuviera mucho éxito es su búsqueda.
Lo mismo ocurre en los otros ámbitos de la vida, pues cómo nos dirigimos a los demás
influye fuertemente en la respuesta que obtengamos de ellos, y en este punto la
comunicación no verbal es crucial.
Uno
no puede decidir gran parte de los acontecimientos que atraviesa diariamente,
pero sí puede decidir cómo pasarlos.
Un ejercicio tan sencillo como el anterior
puede ser de gran utilidad en muchos casos y puede probarlo usted mismo siempre
que lo desee.
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